¿Qué tiene esto que ver con la cárcel? Creo que es sencillo. Como ya señalo Galbraith vivimos en sociedades presididas por la cultura de la satisfacción, en sociedades en las que la política se hace para esos 2/3 (más o menos) de ciudadanos y trabajadores “satisfechos”, que son los que con su voto deciden que partidos van a gobernarnos. En este tipo de sociedades lo que más se valora es la propiedad, “mi propiedad” y, por tanto, la defensa de la misma a costa de lo que sea.
- Este mecanismo, el miedo a perder la seguridad y la propiedad, es el que está propiciando una transformación del estado de bienestar social en un estado penal. No en vano vemos como:- Hay partidos, especialmente los más conservadores y neoconservadores, que periódicamente tratan de captar votantes mediantes campañas sobre la inseguridad ciudadana, sobre la necesidad de barrer las delincuencia de nuestras calles, ..
- Asistimos a campañas mediáticas para el endurecimiento de las penas, incluso para que se reinstaure la pena de muerte. Alentadas por partidos que basan su liderazgo en la autoridad,
- Comprobamos como se penaliza el “top manta, de forma que lo que no es sino un problema social, una forma de supervivencia para muchas personas, se criminaliza en vez de resolverlos con medidas y políticas sociales activas.
- Pero simultáneamente vemos como otros problemas, como la corrupción, que supone atentar contra la propiedad común del conjunto de la sociedad, incluso de cantidades desorbitadas, no sólo apenas está perseguida y menos penalizada, sino que incluso muchas personas siguen depositando su confianza en partidos que han demostrado niveles de corrupción desorbitados.
- También resulta paradójico que este dinero re la corrupción sea utilizado para perseguir a los jueces que tratan de perseguirla, con lo cual se extienden las redes de corrupción, implicando en las mismas a despachos afamados de abogados, a otros jueces, a políticos.
Hoy, esta realidad, está dando unos frutos que se tratan de ocultar, porque dejan al descubierto el rostro inhumano de nuestra democracia: en lo que va del año 2010, tenemos noticia de 15 personas muertas en el Estado español mientras se encontraban bajo custodia, o en el transcurso de operaciones policiales, como denuncia el Centro de Documentación contra la Tortura. El año pasado, al menos 110 personas murieron en esas circunstancias. Desde el 1 de enero de 2001, existe constancia de 765 personas que han muertos en estas circunstancias, si bien las administraciones penitenciarias reconocen que en prisión se producen más de 250 muertes anualmente. ¿Cuántas muertes, y de las que no tenemos constancia se han producido en estos años?
Son tiempos en los que parece oportuno retomar la doctrina de Santo Tomás de Aquino que, en continuidad con los Santos Padres, opina sobre el robo realizado por necesidad, señalando que en tiempos de necesidad todas las cosas son comunes, y este derecho prevalece al de propiedad, que es un derecho subordinado. “Si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que está claro que hay que remediarla con lo primero que se tenga a mano, entonces puede cualquiera remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto. Y esta acción no reviste carácter de robo” (II-II, q. 76, art. 7).
Hoy parece que son perseguidos también quienes se comprometen en favor de un mundo justo. Muchos sacerdotes latinoamericanos lo han experimentado en su propio cuerpo. Por haber luchado en pro de unas extructuras justas y de igualdad de oportunidades, se convirtieron en víctimas de los escuadrones de la muerte.
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