“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

Páginas

viernes, 28 de junio de 2013

¿Luces al final del túnel?

Esperemos que no sean las que decía el humorista, las del tren que va a arrollarnos.

Si miramos la realidad, y nos fijamos en las políticas que se vienen adoptando, fácilmente podemos deducir que nos encontramos en una situación fuera de control y con unas perspectivas poco propicias; la extensión de la primavera árabe y de los movimientos indignados son un síntoma, que unido a datos macroeconómicos como la desaceleración de la economía china, las turbulencias monetarias que afectan a las monedas de los países emergentes (India, Brasil, Indonesia y Turquía…) la falta de perspectiva de crecimiento en la zona euro, las caídas bursátiles….
Los dioses del crecimiento en que han depositado su fe nuestros político, a pesar de los constantes sacrificios humanos que les ofrecen, no acaban de sonreírnos ni favorecernos. Y aunque lo saben, no dejan de repetir algunos mantras en tanto esperan los favores de sus dioses: al final habrá crecimiento, estamos tocando fondo…
Pero la cosa no tiene visos de arreglo, y lo deja clara su incapacidad (mejor aún, su negativa interesada) para solucionar la situación a que nos han arrastrado en su búsqueda de propiciar el máximo beneficio a los grandes grupos empresariales y financieros, lo que  a su vez está retroalimentando la corrupción mediante una cadena de favores entre elites, que todavía os empobrece más a los ciudadanos.
En este contexto tenemos que entender el pacto suscrito esta semana por algunos partidos parlamentarios españoles: manifestar claramente la impotencia y volver a una especie de políticas de “stop and go”, de “arre y so”, de austeridad y pequeños estímulos. Lo que traducido a términos claros es una política de cuidados paliativos, que acabará asfixiándonos. Se trata de seguir con las políticas de recortes y privatizaciones al servicio de los grandes capitales, salteada con algún pequeño giño a los grandes y graves problemas que están acabando con la esperanza y la vida de los ciudadanos: el paro juvenil, la asfixia financiera de las pymes… Eso sí, dopaje analgésico que se receta tras constatar como esos grandes partidos se ven salpicados por sus propias recetas: constante pérdida de votos en las encuetas de opinión, creciente desafección de los ciudadanos… Y ante esto es lo que reaccionan.
Cuidados paliativos, además, porque en ningún caso pretenden abordar ninguno de los graves y profundos problemas que afectas a nuestra economía (creciente desigualdad, problemas energéticos y ecológicos…) ya que hacerlo supondría entrar en contradicción con ese saqueo por parte de entidades financieras y grandes empresas que se quiere seguir favoreciendo a toda costa. Por tanto, tampoco cabe esperar nada positivo de ellas.  

Si existen luces, esas son las que van apareciendo con las protestas populares, y que dejan traslucir una importante verdad: en la medida en que se van rompiendo las cadenas que nos atan al sistema (consumo, explotación en el trabajo como medio para consumir…) y nos reencontramos con nuestra naturaleza humana pobre y dependiente, una naturaleza social que depende de la colaboración y solidaridad con los otros para sobrevivir, encontramos el camino por el que transitar para superar nuestros graves problemas, caminos que a menudo nos conducen al desierto…. Pero allí encontraremos nuevas luces.