“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

Páginas

miércoles, 27 de abril de 2011

6.000 despidos en Telefónica y nuevo suicidio en France Télécom

Acabamos de asistir a una de las manifestaciones más tétricas del funcionamiento del capitalismo, y al anuncio de un grave delito, aunque una justicia basada en la defensa de la propiedad privada no lo reconozca.
Telefónica, al tiempo que propone repartir dividendos por un importe superior a los 6.900 millones de euros, anuncia su decisión de reducir costes a través de una doble vía: aumentar las retribuciones ya millonarias de su personal directivo en 450 millones en incentivos y, simultáneamente, despedir a 6.000 de sus 22.000 trabajadores.
Poco después leemos en la prensa que un trabajador de France Orange se ha suicidado. Se trata de un empleado de 57 años, padre de cuatro hijos, que decidió inmolarse a lo bonzo en el aparcamiento de la empresa en Mérignac, cerca de Burdeos.
Otro más, el segundo de este año, que añadir a la macabra contabilidad de esta plaga de suicidios que ya se ha cobrado las vidas, entre los empleados de la mencionada empresa, de trece empleados en 2008, diecinueve en 2009 y veinte y siete en 2010, año en que se produjeron otros dieciséis intentos de suicidio.
La reacción de los trabajadores, y la crisis social que está suponiendo estos suicidios hizo, después de 2009, que la dirección diera atrás con sus planes de reestructuración, la movilidad, los objetivos de producción, etc. pero la falta de empleos y los objetivos inalcanzables ejercen todavía una presión cotidiana sobre los trabajadores, como refleja el último suicidio.
En España, Telefónica, empresa privatizada por Aznar para favorecer a algunos amigos, y caracterizada por ser refugio de ex políticos, especialmente los vinculados al PP, ha decidido emprender el camino de France Télécom, una política delictiva y criminal.  ¿Hasta dónde estamos dispuestos a aguantar en este avance del dominio destructivo del capital sobre los trabajadores  y las personas?

viernes, 22 de abril de 2011

Derecho a soñar. Eduard Galeano

Vídeo en el que se reivindica un derecho que probablemente nos hicieron olvidar hace mucho tiempo: el derecho a soñar. Para disfrutar


Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.
Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.
Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:
En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.
El aire estará limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el super-mercado, ni será mirada por el televisor.
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas.
La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran hacerlo.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.
Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.
La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.
La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.
Una mujer, negra, será presidente de Brasil y otra mujer, negra, será presidente de los Estados Unidos de América. Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.
En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las piedras de Moisés. El sexto mandamiento ordenará: "Festejarás el cuerpo". El noveno, que desconfía del deseo, lo declarará sagrado. La Iglesia también dictará un undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".
Todos los penitentes serán celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero.

domingo, 17 de abril de 2011

No negarás la justicia a tu pueblo


¿Patriotismo? Re nacionalizar telefónica. Y después... parte de la banca.

Andamos en campaña electoral y los políticos que nos han tocado andan liados discutiendo quién es más patriota, que si Zapatero, Rajoy, Aznar... Si tanto les preocupa, les recordamos el artículo 128 de la Constitución que dice que “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general” y también que “Mediante Ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”.

He aquí las claves si de verdad quieren hacer gala de patriotismo y demostrar que más que los símbolos muertos les interesamos algo las personas de este país: re nacionalizar Telefónica que, pocos meses después de haber comunicado que en 2010 obtenía un beneficio record de 10.167 millones de euros, anuncia que va a desprenderse del 20% de su plantilla en España.

No podemos olvidar que esta empresa multinacional era, hasta hace poco, una empresa pública, y que sigue aprovechándose de la situación de monopolio que disfrutaba, para seguir enriqueciéndose a costa de los usuarios a precios abusivos, al tiempo que deteriora y precariza el empleo de sus trabajadores. Conviene recordar que, en su día, el actual Secretario de Estado para la Unión Europea Diego López Garrido, denunció irregularidades en su privatización, “a favor de intereses financieros poderosos”. Tampoco conviene olvidar que es una empresa refugio de políticos “retirados”.

Nacionalizar, pues, una empresa que fue regalada a poderosos financieros que nos han llevado a una crisis que padecemos la mayoría de trabajadores y trabajadoras; una empresa que en vez de utilizar los beneficios (que en buena medida no acaban de dejar de ser de todos) para crear empleo, lo utilizan para retribuir millonariamente a sus directivos y recortar empleo.

Nacionalizar, también, por que ha quedado al desnudo la mentira de las políticas neoliberales que claman recortes salariales para que las empresas obtengan beneficios y así crear empleo. Estas empresas no sólo se ven apoyadas por las políticas gubernamentales de sacrificios a los trabajadores (recordamos las imágenes de Zapatero reunido con los grandes empresarios, con los grandes banqueros), sino que cuando obtienen beneficios despiden a los trabajadores.

Nacionalizar a estas empresas y dedicar apoyos a las pymes que, en realidad son las que crean empleo, parece que es el mejor servicio que se puede hacer. Mientras falte esta valentía, que se dejen de milongas, ya que están faltando a lo que debería ser la misión fundamental de los gobernantes: “no negarás la justicia a tu pueblo” (Ex 23, 6)