“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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viernes, 17 de febrero de 2012

Movilización y pedagogía, dos tareas sindicales

Reproduzco a continuación este artículo de Enrique Tordesillas quue me parece muy apropiado para reflexionar el momento que vivimos, especialmente propenssos para dejarnos llevar por las reacciones primarias. 


Ciertamente, tal como anunciaron Rajoy y de Guindos, la reforma laboral aprobada por el Gobierno es muy dura. No es la reforma equilibrada que decía la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Bañez, ni la del empleo; tampoco es la reforma de la flexibilidad sino de la desregulación. En la entrada, en la salida y en la permanencia en el trabajo, la reforma solo consiste en dar más poder a los empresarios, que implica un debilitamiento de la negociación colectiva, esencial para buscar vías no traumáticas de adaptación a las distintas coyunturas.
De la llamada del Gobierno a los agentes sociales poco se puede esperar. Si hubiese tenido voluntad de negociar los hubiese llamado antes de publicar el decreto y hubiese respetado el acuerdo para la Negociación Colectiva firmados entre CEOE, CCOO y UGT
Es evidente que el movimiento sindical tiene que responder a la iniciativa del Gobierno pero sería poco útil centrar el debate en torno a si hay que convocar o no una Huelga General ahora. En primer lugar porque, aunque hay razones para hacerla, la HG no es solo cuestión de razones, hay que valorar la capacidad de respuesta de los trabajadores y el nivel de comprensión de la sociedad en general. Además el movimiento sindical, sin renunciar a la Huelga General, tiene que buscar nuevas formas de intervención, sostenidas en el tiempo, que faciliten la participación de parados, jóvenes, precarios…
De entrada la situación no es la mejor. Meses de bombardeo ideológico sobre la inevitabilidad de la reforma, las presiones de Bruselas y el cambio de política del PSOE, hace ahora casi dos años, han hecho que calara el desánimo y la resignación en amplios sectores sociales, sin olvidar el miedo que generan el paro y la inseguridad en el futuro.
Hay que empezar a movilizar y ya tenemos dos convocatorias para los días 19 y 29, pero la movilización más importante ahora consiste en hacer pedagogía, en explicar las repercusiones de la reforma (a los trabajadores y al conjunto de la ciudadanía) y las alternativas sindicales para salir de la crisis con un reparto equilibrado de los costes, fortalecer la negociación colectiva para hacer frente a los vaivenes de la economía y cambiar el modelo productivo dominante en España. Paralelamente tenemos que ir retomando confianza en nuestras fuerzas, sacudiéndonos el miedo de encima y pasando de la resignación a la acción.
Con este propósito CCOO y UGT tienen que hacer un gran esfuerzo, movilizar todos los recursos disponibles para llegar a las empresas, los barrios, organizaciones juveniles, partidos políticos, asociaciones, ONGs…, a la sociedad en general, afectada por la revolución conservadora emprendida por el PP que también tiene como objetivos debilitar el Estado del Bienestar y recortar derechos y libertades.
Enrique Tordesillas. Artículo publicado en nuevatribuna.es.

domingo, 12 de febrero de 2012

Una reforma laboral “clasista”: antisindicalidad y desregulación en el rdl 3/2012


Antonio Baylos, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Castilla La Mancha (Ciudad Real), ha publicado este interesante artículo en su blog “según Antonio Baylos…
Ya está aquí la “agresiva” reforma laboral tantas veces anunciada. Se define como “equilibrada” aunque la noción de equilibrio que tienen sus autores dista mucho de la que poseemos los comunes mortales. Es un texto legal que impone elementos centrales de desregulación de las relaciones laborales, acompañada de un profundo rechazo de la acción sindical, lo que efectúa mediante diversas vías.

 Son las más destacadas el encumbramiento de la decisión unilateral del empresario como fuente principal de determinación de reglas sobre el trabajo en sustitución de la negociación colectiva, el disciplinamiento de los trabajadores en torno a un despido barato y siempre definitivo y a unos contratos con salarios cada vez más reducidos y períodos de prueba larguísimos, la funcionalización de los acuerdos colectivos a la decisión empresarial, y una fortísima reducción del contenido laboral del derecho al trabajo tal como se desprende de su reconocimiento constitucional. Todo ello se justifica mediante el recurso, cada vez menos creíble, a la estimulación del empleo.

Pese a lo que afirman las autoridades de gobierno, los creadores de opinión afectos y un preámbulo afectado de esquizofrenia legislativa entre lo que afirma y lo que realmente hace, el RDL 3/2012 es realmente una norma clasista que impone la confiscación violenta de espacios decisivos de poder contractual colectivo y de derechos laborales básicos ligados a las garantías de empleo, alterando de forma sustancial la arquitectura de equilibrios que caracteriza la relación entre capital y trabajo, entre libre empresa y derecho al trabajo, y que se corporeiza en la estructura institucional del derecho del trabajo desarrollado en nuestro ordenamiento.

El texto legal se presenta además según un nuevo procedimiento que sustituye, a lo que parece, al previsto en la Constitución para la aprobación de las leyes. Se traslada a los medios de comunicación un power point que explica didácticamente las principales medidas adoptadas, con diverso énfasis en cada una de ellas, y al día siguiente se publica la norma, por motivos de urgente necesidad, como un Decreto-Ley en el BOE. Como muestra de cortesía, se convoca a los sindicatos el lunes a una reunión en la que posiblemente las autoridades de gobierno les suministren unos esquemas que les sirvan de guía en la nueva regulación. La norma nace pues acompañada del desprecio a los procedimientos democráticos. No ha respetado el derecho de información y consulta previa con los sindicatos representativos que garantizan tanto nuestro ordenamiento como el europeo en materia de política social, no reúne en absoluto los requisitos de urgente necesidad que la constitución exige para que el gobierno pueda legislar por vía de urgencia, y se ofrece un texto cerrado en el que la hostilidad hacia la acción sindical y las condiciones de empleo y trabajo es su principal característica.

La norma se inserta en un proceso paulatino de deterioro de la estabilidad normativa como base de cualquier política laboral y de la seguridad jurídica derivada. Modifica de forma profunda normas básicas del ordenamiento laboral que ya se habían ido cambiando en un proceso de idas y venidas a partir de mayo de 2010, y en especial supone una modificación sustancial de la Ley 35/2010 y del RDL 7/2011, que constituían el núcleo de la anterior etapa reformadora, con afectación de las mucho más recientes leyes de Seguridad Social y de Jurisdicción Social. Pulveriza por tanto el marco legal que se había ido generando en los últimos dos años con vocación de permanencia. Paradójicamente, la reforma actual quiere ser definitiva, como señala el preámbulo de la norma. No hay marcha atrás por tanto en el proceso de desregulación.

La norma desprecia la buena fe de los sindicatos que han desarrollado en el espacio de la autonomía colectiva un diseño de cesiones de derechos mediado por la contratación de sus aspectos concretos – la flexibilidad interna negociada – que está acotado temporalmente hasta el 2014 en razón de unas expectativas razonables de duración de la emergencia económica y social. Por el contrario, la ley hace permanente el contenido del Acuerdo, lo arranca del espacio de la autonomía colectiva y lo desnaturaliza de forma definitiva al eliminar paralelamente los más importantes mecanismos de contratación de la restructuración de empleo y fortalecer doblemente tanto la “decisión empresarial de carácter colectivo” como la decisión unilateral del empresario en la extinción de los contratos de trabajo. El RDL 3/2012 además, expulsa al convenio colectivo y su función normativa de las condiciones de trabajo de todas las empresas en dificultades económicas, lo que tendrá especial incidencia en las PYMEs. Introduce en el sector público mecanismos de extinción generalizada de contratos sin las garantías colectivas ni de estatuto que antes tenían los trabajadores de aquél. Es hostil al sindicato y a su capacidad de regular colectivamente la situación del empleo. Quiere al empresario como autoridad incontestable en los lugares de producción, en donde se sustituye la procedimentalización y contratación de las decisiones sobre las condiciones de trabajo y las previsiones de empleo por la unilateralidad de la decisión del poder empresarial a la que se dota siempre de carácter definitivo para modificar sustancialmente el contrato de trabajo y para extinguir la relación laboral. El poder contractual del sindicato sólo es aceptado en la medida en que coincida con la decisión del empleador, con su proyecto organizativo y directivo.

Ese autoritarismo normativo doble – en cuanto que ignora los mecanismos de publicidad y debate en la creación de la norma y en cuanto que impone la autoridad incontestable del poder privado empresarial sobre las personas – actúa tanto en la vertiente colectiva como en la individual de garantía de los derechos de los trabajadores. El asociacionismo empresarial ha saludado esta reforma como necesaria y conveniente. De esta manera, reniega expresamente de la vía del diálogo social que parecía haber elegido hace tan sólo unas semanas con la firma del Acuerdo con los sindicatos más representativos. Acuerdo que, no es necesario insistir en ello, ha sido revocado en la práctica por la norma.

El RDL 3/2012 genera fuertes dudas sobre la inserción constitucional de algunas de sus prescripciones. Se renuncia implícitamente al papel que el art. 40.2 CE asigna a los poderes públicos de llevar adelante una política orientada al pleno empleo, al anular el sistema de control administrativo y colectivo de los despidos colectivos, y es muy cuestionable que la vulneración del derecho al trabajo mediante el despido sin causa o arbitrario, se regule permitiendo en todo caso al empleador prescindir del trabajador injustamente despedido abonándole una indemnización reducida y limitada que pierde su carácter disuasorio y sancionatorio del acto lesivo del derecho constitucional al trabajo. Por otra parte, la fijación de un período de prueba de un año no sólo descausaliza esta institución – que busca verificar si el trabajador es competente para el trabajo para el que fue contratado - sino que implica una situación en la que se permite el libre desistimiento prohibido en nuestro sistema constitucional. La aplicación que realiza de la irretroactividad de la aplicación de las indemnizaciones reducidas por despido improcedente, de manera que la “rebaja” indemnizatoria comienza a contar a partir del día de publicación de la norma para los despidos de aquellos contratados con anterioridad a la misma, no respeta el principio establecido en el art. 9.3 CE. Es también llamativo la configuración de la "decisión empresarial de carácter colectivo" como una nueva fuente de producción de normas laborales que se opone de forma excluyente a la negociación colectiva, que es el instrumento que privilegia el art. 37 CE para la regulación de las condiciones de trabajo y de empleo, y que se relaciona directamente con la libertad de acción sindical protegida en el art. 28 CE. Y así sucesivamente.

Este Real decreto de urgente necesidad– cuyos contenidos concretos ya irán siendo analizados en su momento – nos aboca a una situación irremediable de conflicto social, lo que sin duda ha sido valorado como un coste asumible por parte del gobierno legislador. Quizá un daño colateral que se tiene ya amortizado, como se dice en la jerga al uso. Una situación de conflicto difuso, no sólo en el enfrentamiento frontal entre el sindicalismo y el poder público, sino en una buena parte del panorama económico y social tanto en el sector público – donde la extinción de los contratos por razones presupuestarias y de liquidez de las administraciones va a abrir la espita de los despidos en masa – como en el sector privado. Que el gobierno haya sacado la norma adelante tal como se comprometió ante los reguladores del mercado financiero europeos y la defienda con convicción fanática es una cosa, y otra es comprobar que esta (des)regulación ha hecho las delicias de los representantes de la (cada vez más) libre empresa y de la economía del mercado.

En efecto, una parte del empresariado exulta ante esta pieza legislativa expresiva de un clasismo que hace mucho tiempo no veíamos en el BOE. Llevados por la satisfacción que produce ser reconocidos públicamente como clase dirigente que normativiza sus deseos e intereses de forma directa, sin mediaciones ni contrapesos, demuestran su seguridad aplastante en la violencia del poder privado como única forma de encarar la regulación de las relaciones de trabajo. Confían plenamente en que el sindicalismo confederal, el único realmente organizado en los lugares de producción y en enclaves sociales muy relevantes, sea incapaz de mantener una conflictividad permanente que ponga en riesgo sus expectativas de negocio y su tasa de beneficio. Piensan posiblemente que será el espacio de la política de gobierno y el del sector público el que las fuerzas sindicales recorrerán prioritariamente, de forma que el sector privado, sobre el que pesan como losas los más de cinco millones de parados, será poco o apenas alcanzado por esa onda conflictiva. El desgaste de la reforma lo endosan por tanto al gobierno legislador y a sus recortes en el sector público, sin que se genere demasiado coste en el sector privado. Ya veremos si estas razonables previsiones se cumplen en la realidad ante una fractura social tan intensa como la que se está generando con la cooperación necesaria del empresariado español.

La situación es crítica, y la acción de los poderes públicos como salida de la crisis demuestra su alineamiento claro con el privilegio económico y el autoritarismo no sólo económico y empresarial. Ahora comienza una larga marcha de conflictividad y de crítica política que tiene que culminar en el medio plazo con la abolición de esta normativa clasista. Y que sin duda conducirá a la renovación de la acción sindical, de las formas de conflicto y de incidencia social de los sujetos sociales, en torno a un proyecto de regulación garantista de los derechos de los trabajadores y trabajadoras de este país. Hay que confiar en que en esa dirección los partidos políticos progresistas cooperen eficazmente. El camino es largo y es difícil, no sólo porque son muy fuertes las posiciones de los adversarios y la desigualdad entre las partes de la confrontación se incrementa cada día, sino porque el contexto cívico es muy estrecho y las carencias en la difusión generalizada de un pensamiento democrático se revelan decisivas en orden a dar la vuelta a esta situación de opresión y de domesticación del trabajo como punto de partida de una sociedad más igualitaria. Pero de estos temas se seguirá hablando con toda seguridad en los días inmediatos.


Reforma laboral. La dignidad de los trabajadores y la moral PP

La primera impresión tras escuchar la presentación que de la reforma presentaron la vicepresidenta del gobierno y la ministra de trabajo (apareciendo todas sonrientes, como si se tratara de escenificar algo gracioso), tras escuchar las valoraciones de los secretarios generales de los dos sindicatos mayoritarios, y de haber realizado una lectura rápida del texto del BOE, es que no sólo contamos con un gobierno “arrodillado” ante los poderes que hoy gobiernan Europa, sino con un gobierno que quiere ponernos de rodillas al conjunto de los trabajadores frente a los empresarios, despojándonos de toda dignidad.
No se trata de una afirmación gratuita, se basa en la diversa y perversa consideración que reciben el “capital” y el “trabajo” a lo largo de los artículos de la reforma. A uno, el capital, se le presume que actúa de buena fe, que su interés es el bien común,… y en ese sentido se eliminan los controles administrativos sobre sus decisiones, despidos, Eres, se le facilitan subvenciones, deducciones sin apenas controles... A otros, el trabajo, se le supone que siempre actúa de forma fraudulenta, que trata de burlas los intereses generales y se mueve por intereses particulares. Queda especialmente de manifiesto cuando dice que la reforma pretende luchar contra el fraude laboral, y la medida que se adopta es que los desempleados que estén cobrando la prestación realicen servicios de interés general en beneficio de la comunidad, para así evitar el fraude, ya que desde su lógica los parados están en esa situación por propia voluntad y para enriquecerse; así mismo queda patente cuando se modifica el artº 52 d) del Estatuto de los trabajadores para señalar que el contrato de trabajo podrá extinguirse, por causas objetivas: “Por faltas de asistencia al trabajo, aún justificadas pero intermitentes, que alcancen el 20 % de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos, o el 25 % en cuatro meses discontinuos dentro de un periodo de doce meses”. Esto es, los trabajadores cuando cojamos la gripe, o lumbalgias y dolores debidos al propio trabajo, y no reconocidos como causa de enfermedad profesional-para ahorrarse unos euros-, estamos en riesgo de ser despedidos. El gobierno del PP, para crear empleo, facilita aún más el despido de las personas enfermas.
Estos, y otros ejemplos similares que atraviesan, con menor o mayor fuerza, el conjunto de las 64 páginas del BOE, hacen pensar el carácter del Estado que tenemos: un estado que mira sólo en una dirección, que interviene a favor de una de las categorías del proceso laboral y, en consecuencia, un estado deslegitimado y ante el que no cabe otra opción que la objeción y desobediencia, pues el caso contrario significa asumir y renunciar a la propia dignidad como trabajadores y como personas, para convertirnos en mercancía caprichosa en manos de unos empresarios que, a la vista del PP, actúan como hermanitas de la caridad o ONGs.
Esta visión se complementa con otra acerca de la moral el PP. Hoy los telediarios repiten de forma machacona las palabras de la secretaria general del PP. María Dolores Cospedal (que gusta de añadir el “de” a su apellido) que hasta ahora los sindicatos y trabajadores no se habían movilizado ni protestado por los 5 millones de parados, y lo hacen ahora contra el PP, sin razones, sólo por ser el PP. Olvida deliberada y malintencionadamente las dos huelgas generales que en los últimos años se realizaron contra el gobierno Zapatero (a las que incluso alude Rajoy para intentar justificar sus desafortunadas declaraciones), amén de otras medidas. Esta es la moral del PP: la mentira como norma, es desacreditar al contrario, sin argumentos, para lograr los propios fines… )Moral que se manifestaba también en declaraciones de líderes del PP alabando la justicia por la condena a Garzón, y que a poco que se tenga un poco de memoria resultaban ofensivas a nuestra dignidad como ciudadanos.
 Mal comienza el PP, no sólo atacando las raíces más profundas de los trabajadores, sino reforzando en sus más altas esferas la mentira como norma y arma, con el beneplácito y altavoz de sus medios afines y cada vez más de los públicos,  para intentar desarticular a los trabajadores y sus organizaciones, actuando como subalternos que tratan de hacer humillar al toro justo antes de ser descabellado.

viernes, 10 de febrero de 2012

Ni respeto, ni acato


La presidenta del Consejo General del Poder Judicial justifica trato de favor a Iñaki Urdangarin,  marido de la infanta Cristina de Borbón, con quien comparte la propiedad de las empresas por las que es acusado, señalando que “no todos los imputados son iguales, no todos los casos son tratados con la misma presión mediática...” Así que la presidenta de ese órgano entiende que la justicia es igual para todos, pero el problema es que unos son más iguales que otros.
En la misma aparición, la presidenta defiende a los jueces que han inhabilitado al juez Baltasar Garzón, y defiende la independencia de los mismos. Está que los políticos, los jueces,... viven en otro mundo y no se enteran de la creciente fractura social que se está produciendo entre la justicia, entre el cacareado estado de derecho al que aluden estos ilustres ciudadanos, y la mayoría de la población, cuyo olfato de sabiduría popular les dice que hay gato encerrado; que esa independencia es mera retórica cuando aún tenemos en mente los intereses partidistas en el nombramiento de esos órganos independientes”, aún tenemos frescas en la memoria al servicio de quién están los poderes del estado cuando, sumisos y babeantes, el ministro de economía y el propio presidente de gobierno van a rendir sus ofrendas en forma de trabajadores sacrificados a los comisarios europeos, sacando pecho de que “la reforma laboral va a ser extremadamente agresiva”.
De lo poco lúcido que he escuchado ha sido a Llamazares “ni respeto ni acato” una sentencia que parece injusta. Estos poderes políticos, ni son independientes, ni sus actuaciones injustas nos representan. Si aceptar el estado de derecho supone tragar con todas sus fantochadas, mejor hacerse insumiso y combatirlo.

Lógica perversa de la reforma laboral


Si para luchar contra el paro y buscar empleo estable hay que facilitar el despido, para luchar contra el terrorismo y evitar más muertes ¿qué hay que hacer?, ¿facilitar más asesinatos?  

 Según el gobierno, a corto plazo no se solucionan los problemas, pero se ponen las bases para lograrlo en el futuro. Según la portavoz del PP, facilitar el despido pretende que no se destruya tejido empresarial...  ¿Ahora hay tejido empresarial que no precisa trabajadores? 

Esta lógica, ¿justifica el viejo lema de “obrero despedido, patrón colgado”, como forma de garantizar ese tejido empresarial?

domingo, 5 de febrero de 2012

Gabriel Celaya, poeta social

Gabriel Celaya

En marzo de 2011 se cumplieron 100 años del nacimiento de Gabriel Celaya, un  obrero, mejor dicho, un ingeniero del verso que lejos de esteticismos entendió la poesía como un instrumento de trabajo al servicio de la liberación del hombre. Sus poesías no sólo forman parte de nuestro bagaje militante, sino que sigue teniendo plena vigencia, y merece la pena releerla en estos tiempos de crisis  : "La Poesía es un arma cargada de futuro" (Maldigo la poesía concebida como un lujo / cultural por los neutrales / que, lavándose las manos se desentienden y evaden. / Maldigo la poesía de quién no toma partido / partido hasta mancharse), "España en marcha" (¡A la calle!, que ya es hora / de pasearnos a cuerpo / y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo).

TODO ESTA POR INVENTAR
¡Camaradas!,
salvemos las distancias,
venzamos las nostalgias.
Nuestras manos obreras, todos a una,
darán forma a la esperanza (...)

Cuando luchamos, creamos,
somos de veras quien somos palpitando cara al cielo,
somos pura actividad,
y al cantar,
cantemos lo que cantemos, cantamos la libertad(...)

Todo está por inventar,
por descubrir desde el centro de su gozo germinal,
por levantar, por nombrar
con su nombre más sencillo, más imprevisto, más justo,
más fieramente real.

¡Camaradas!,
nuestra lucha es eficaz.
Vencedores o vencidos, salvamos la libertad,
la dignidad de ser hombres,
la alegría del mañana, la juventud natural (...).

jueves, 2 de febrero de 2012

GUATEMALA: HACE 31 AÑOS, UN 31 DE ENERO... NO AL OLVIDO

Los parias no son sólo personas excluidas de las ventajas de que gozan las demás, e incluso de su trato, por ser consideradas inferiores, sino además siguen siendo personas cuya vida no vale nada, y les puede ser quitada si molesta a los intereses de los poderosos. 

Por eso, hoy traemos a la memoria como un 31 de enero de 1980, un grupo de campesinos, acompañados por pobladores, estudiantes, obreros y cristianos, ocupó pacíficamente la Embajada de España, como un último recurso para hacerse escuchar y demandar el fin de la represión en sus comunidades. La respuesta estatal fue asaltar la Embajada y quemar vivos a sus ocupantes.


También puedes ver este FOTOMONTAJE conmemorativo de este crimen que no podemos dejar en el olvido.