“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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sábado, 30 de octubre de 2010

Un centenario nos enseña a mirar la realidad de la crisis

El centenario de Miguel Hernández es un buen momento para releer sus poemas. La enorme sensibilidad y profundidad con que el "poeta del pueblo" fue capaz de ver la realidad de su tiempo sigue siendo una herramienta imprescindible para todos aquellos que soñamos con rebelarnos contra un orden injusto. A modo de ejemplo, sólo unas estrofas de un poema "El hambre", que sin duda puede aportarnos luz sobre la realidad de la crisis:

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.

martes, 26 de octubre de 2010

Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica (PIE)


1. Somos un grupo de mujeres preocupadas por el estado de ruina y desorden de nuestro país. Desde que esta nación se fundó los hombres han gobernado con mínima participación de las mujeres, de allí que nos atrevamos a afirmar que es la gestión de ellos la que ha sido un fracaso. De todo nos han recetado nuestros ilustres ciudadanos: guerras, revoluciones, elecciones limpias, elecciones sucias, democracia directa, democracia electorera, populismo, casi-fascismo, dictadura, dicta blanda. Hemos sufrido hombres que hablaban bien y otros que hablaban mal; gordos, flacos, viejos y jóvenes, hombres simpáticos y hombres feos, hombres de clase humilde y de clase rica, tecnócratas, doctores, abogados, empresarios, banqueros, intelectuales. Ninguno de ellos ha podido encontrarle el modo a las cosas y nosotras, las mujeres, ya estamos cansadas de pagar los platos rotos de tanto gobierno inepto, corrupto, manipulador, barato, caro, usurpador de funciones, irrespetuoso de la constitución. De todos los hombres que hemos tenido no se hace uno. Por eso nosotras hemos decidido que es hora de que las mujeres digamos: SE ACABÓ.

2. De todas es conocido que las mujeres somos duchas en el arte de limpiar y manejar los asuntos domésticos. Nuestra habilidad es la negociación, la convivencia y el cuido de las personas y las cosas. Sabemos más de la vida cotidiana que muchos de nuestros gobernantes que ni se acercan a un mercado; sabemos lo que está mal en el campo y lo que está mal en la ciudad, conocemos las intimidades de quienes se las dan de santos, sabemos de qué arcilla están hechos los varones porque de nosotras salieron aún los peores, ésos que la gente libra de culpa cuando los llama hijos de mala madre.

3. Por todo lo anterior, hemos considerado que para salvar este país las mujeres tenemos que actuar y poner orden a esta casa destartalada y sucia que es nuestra Patria, tan Patria nuestra como de cualquiera de esos que mal han sabido llevar los pantalones y que la han entregado, deshonrado, vendido, empeñado y repartido como se repartieron los ladrones las vestiduras de Jesucristo (q.e.p.d.)

4. Es por eso que lanzamos este manifiesto para hacer del conocimiento de las mujeres y hombres que pueden ya dejar de esperar al hombre honrado y apostar ahora por nosotras las mujeres del PIE (Partido de la Izquierda Erótica). Nosotras somos de izquierda porque creemos que una izquierda a la mandíbula es la que hay que darle a la pobreza, corrupción, y desastre de este país. Somos eróticas porque Eros quiere decir VIDA, que es lo más importante que tenemos y porque las mujeres no sólo hemos estado desde siempre encargadas de darla, sino también de conservarla y cuidarla; somos el PIE porque no nos sostiene nada más que nuestro deseo de caminar hacia adelante, de hacer camino al andar y de avanzar con quienes nos sigan.

5. Prometemos limpiar este país, barrerlo, lampacearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor. Prometemos dejarlo reluciente y oloroso a ropa planchada.

6. Declaramos que nuestra ideología es el “felicismo”: tratar de que todos seamos felices, que vivamos dignamente, con irrestricta libertad para desarrollar todo nuestro potencial humano y creador y sin que el estado nos restrinja nuestro derecho a pensar, decir y criticar lo que nos parezca.

7. Prometemos que, en breve, publicaremos nuestro programa explicando cuanto nos proponemos. Invitamos a todas las mujeres a apoyarnos y a sumarse a nosotras. A los hombres los invitamos a pensar y recordar quien los crió y a meditar si no les habría convenido más tener una madre que la ristra de padres de la patria que tras todos estos años nunca les cumplieron. Únanse al PIE y no sigan metiendo la pata.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Sobran comentarios

Portada de la revista porExperiencia

domingo, 17 de octubre de 2010

Envidias sanas. Movilizaciones en Francia

La ola de manifestaciones y actos de protesta en Francia, contra la reforma del gobierno Sarkozy que pretende retrasar la edad legal de jubilación de 60 a 62 años, y la de jubilación sin reducción de sueldo de 65 a 67 años, produce una serie de envidias sanas.
Envidia porque aquí, con una reforma laboral ya aprobada y mucho más lesiva para los derechos de los trabajadores (constituye una clara agresión a los derechos de los trabajadores, que los devuelve a un estado similar al de los inicios del capitalismo, con claro predominio de la burguesía capitalista sobre el proletariado obrero y que, en buena medida, implica borrar de un plumazo un siglo de lucha obrera en defensa de la dignidad de los trabajadores), y con una reforma de las pensiones en marcha, la respuesta ha reducido a un día de huelga general cuyos resultados, más satisfactorios de los esperados por las propias fuerzas sindicales, parecen estar siendo despilfarrados con el silencio desmovilizador y el desmesurado afán “negociador” de CC.OO. y UGT.
Envidia de ver como el ataque a los derechos de acceso a los derechos de jubilación, última pieza de momento en la lucha de los gobiernos europeos contra la crisis, está dando lugar a una respuesta a la altura de este momento especial de nuestra historia contemporánea. Envidia de ver cómo, lejos de lamentarse de la falta de participación y de conciencia de los trabajadores (cuestión en la que tendríamos que profundizar cuánta responsabilidad tiene el tipo de sindicalismo que se viene desarrollando) se va levantando progresivamente un movimiento social cada vez más potente, mediante jornadas y acciones de lucha y protesta diversificadas y creativas.
Un signo de esto es uno de los gritos de los manifestantes, en respuesta al empecinamiento de Sarkozy en mantener su reforma. Cantaban, así coreaban ¿Por qué vamos a ganar?, y respondían a coro “porque somos fuertes y estamos unidos”. Todo un signo que debería hacernos pensar. A mi me viene a la memoria las tres manifestaciones distintas convocadas el día de la huelga en esta ciudad: no para responder a una acción unitaria que premiara la diversidad; sino como signo de la división y falta de diálogo. Envidia, también, de observar como el movimiento se amplia con la incorporación de jóvenes estudiantes de secundaria y universitarios, que ven en esta reforma una amenaza a su futuro trabajo: ampliar la edad de jubilación significa para ellos una reducción importante de potenciales puestos de trabajo. La solidaridad intergeneracional, tan dañada por el actual modelo de nuestro sindicalismo es un eje imprescindible para reconstruir un movimiento social más fuerte y solidario.
Envidia de ver como cada vez más sectores de asalariados del sector privado (refinerías, puertos, metalurgia, etc.…) y también sectores de funcionarios participan en las acciones conjuntas, o realizan huelgas particulares en apoyo de este creciente movimiento.
Envidia de comprobar cómo, frente a los mensajes desde los círculos de poder de que las movilizaciones son una herramienta del pasado, que los sindicatos combativos pertenecen a la prehistoria, ... una mayoría de trabajadores va tomando conciencia, poco a poco, acerca de la crueldad e ineficacia de este proyecto injusto, que hace recaer el grueso del esfuerzo para salir de la crisis en el mundo del trabajo y de los pensionistas, mientras que los poderes financieros e industriales, no sólo quedan prácticamente exentos, sino que además son beneficiarios de las políticas de los gobiernos. Envidia de la opción decidida por ampliar esta movilización unitaria a través de iniciativas por todos los rincones de Francia, con encuentros con los asalariados, jubilados y parados e interpelaciones a los políticos, lo que al tiempo que posibilita la progresiva toma de conciencia, el movimiento se puede recrear en base a decisiones tomadas por los asalariados, con diferentes formas de acción y protesta, y no sólo huelgas convocadas a toque de pito, y luego si te he visto no me acuerdo.
Envidia, finalmente, porque este movimiento va redescubriendo la naturaleza del enfrentamiento de clases, del actual conflicto social, lo que posibilita comprender que la mejora de la protección social, la continuidad de la jubilación con pensión completa, unas mejores remuneraciones en el trabajo y una seguridad en el empleo constituyen las palancas decisivas para salir de la crisis. La justicia, la seguridad de la vida, la eficacia para la sociedad se fundamentan en la solidaridad y no en la confianza de un poder político al servicio de las finanzas y los intereses del capital.
Ya sé que en Francia, ni en ningún lado atan los perros con longanizas; también se que seguramente me estoy dejando llevar de mis deseos; pero no es menos cierto que ahí está una realidad que, a pesar de los intentos del poder para impedirla y desvirtuarla, sigue adelante interpelándonos y cuestionando nuestra quietud frente a las agresiones que no cesan. Y me resisto a pensar que la única razón sea que en Francia hay un gobierno de derechas y aquí uno que se denomina socialdemócrata.

lunes, 4 de octubre de 2010

La huelga y los gorrones

Desde que Mancur Olson publicó su Lógica de la acción colectiva casi hace medio siglo, todo el mundo tiene clara cuál es la motivación del “gorrón” (free rider), consistente en aprovecharse de los bienes públicos, pero no contribuir a su sostenimiento. El ejemplo más conocido es el del polizón que viaja en transporte público sin pagar el billete. El gorrón o polizón obtiene un beneficio privado de un esfuerzo colectivo lo que, mirado desde la perspectiva estrecha de los intereses personales, es lo más racional que cabe hacer. Pero mirado desde la de los intereses colectivos es lo más irracional y autodestructivo, como se sabe desde la publicación de otro estudio ya clásico y concluyente en esta cuestión de la acción colectiva, La tragedia de los comunes, de Garret Hardin en 1968. Si todos los que viajamos en metro dejáramos de pagar el billete, el metro no funcionaría.

Olson aplicaba su teoría a todos los grupos de presión, especialmente a los sindicatos, y con ella explicaba muy atinadamente esa curiosa paradoja de que, siendo los sindicatos instrumentos esenciales en los logros de los trabajadores, tengan tan baja afiliación. Efectivamente, desde un punto de vista egoísta, si voy a beneficiarme de lo que los sindicatos consigan aun sin afiliarme lo mejor es no afiliarme: tengo los mismos resultados que los afiliados y me ahorro las cuotas. De ahí que los índices de afiliación sean tan bajos. Hay quien dice que eso no es así sino que las grandes centrales sindicales no tienen miembros (menos del 18 % de los trabajadores en España) porque no son verdaderamente luchadoras ni reivindicativas, sino reformistas y acomodaticias. Puede ser, pero la afiliación a otros sindicatos más combativos, como la CNT o la CGT todavía es más baja. O sea, que esa explicación es falsa.

Si haga lo que haga va a beneficiarse de un bien público producido por el esfuerzo colectivo, lo que hará el gorrón, el egoísta, será eso, nada. Cámbiese el término “gorrón” por el de esquirol y tendremos la explicación racional de porqué tanta gente fue a trabajar el día 29, porqué hubo tanto rompehuelgas. Y conste que me refiero a quienes fueron a trabajar sin necesidad porque nada de sus intereses peligraba. Esto es, aquí no se está hablando de los cientos de miles de trabajadores precarios que, queriendo hacer huelga, no pudieron por el riesgo cierto de perder su puesto de trabajo bajo chantaje empresarial. Una cosa es hacer lo que se debe y otra acometer heroicidades. Son esquiroles quienes rompen una huelga pudiendo secundarla, no quienes lo hacen bajo coacción.

El repudio moral que merecen los esquiroles está basado precisamente en ese matiz de gorroneo que tiene su actitud. Si la huelga triunfa, ellos se beneficiarán al igual que el resto de los trabajadores; si fracasa todavía estarán mejor que el resto porque a ellos no les descuentan el día de paga ni los señalan con el dedo ni sufren otro tipo de represalia que, quizá, el menosprecio de sus compañeros.

Estas consideraciones son especialmente oportunas en relación con la huelga del 29 de septiembre, sobre la que hay valoraciones tan dispares. Según la patronal y sus piquetes mediáticos fue un fracaso a pesar de los “piquetes violentos”. Según la valoración de los sindicatos, que este articulista suscribe, fue un triunfo a pesar de los aplastantes factores en contra: casi cinco millones de parados, casi once millones de precarios con miedo a perder su puesto de trabajo y una cantidad indefinida de gorrones, de esquiroles que fueron al tajo pensando que eran los más listos cuando eran los más inmorales puesto que es sólo debido a ellos por lo que la patronal puede (aunque indebidamente) cantar victoria. Y también los más estúpidos porque si la jornada hubiera sido de verdad una derrota de los trabajadores, los primeros que pagarían las consecuencias viendo cómo se deterioraban (aun más) sus condiciones de trabajo serían ellos, los complacientes con el patrón.

Ramón Cotarelo.
Sábado, 02 de Octubre de 2010 Ramón Cotarelo en inSurGente

viernes, 1 de octubre de 2010

¿Modernidad = esclavitud?

Escucho a Juan José Toribio, comentarista en CNN+, defender la reforma laboral, y su no rectificación por el gobierno tras la huelga, y justificarla como una pieza de la modernización: hay que seguir avanzando en la modernización via flexibilización, .... Resulta que, ahora, ser moderno es defender la vuelta a la esclavitud., volver a estar a plena disposición del todo poderoso capital. Argumenta que los verdaderos paganos de la crisis no han sido las burocracias sindicales, sino los más de 4 millones de parados, de los que responsabiliza –veladamente- a los propios sindicatos. Y para justificar su postura, se fija en Alemania y en Francia, sugiriendo que sus sindicatos son más receptivo a las medidas neoliberales que defiende, y esa es la causa de menores tasas de paro.

Por supuesto, ignora otros elementos como un modelo productivo basado en una mayor especialización y cualificación de la fuerza de trabajo; unas mejores condiciones laborales y sociales, ... La curiosidad me lleva a buscar quién es este personaje: Director del IESE Business School en Madrid, donde, además, ejerce como Profesor Ordinario (Catedrático) de Economía y Presidente del CIIF (Centro Internacional de Investigación Financiera). Ha ocupado cargos importantes como Economista del Banco de España, Director General de Política Financiera del Ministerio de Economía, y Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional. Actualmente, y actualmente es miembro del Consejo de Administración de Amper (multinacional española, dedicada al diseño e implantación de Sistemas de Información y Soluciones Integrales de Comunicaciones Civiles y Militares) y vocal de la Junta Directiva del Club Español de la Industria, Tecnología y Minería.
No me extraña, pues, que en su análisis de la reforma laboral acalle y desresponsabilice el papel de los empresarios y la patronal. Que mantenga ocultas e ignore las implicaciones y responsabilidades de la política económica neoliberal que él defiende en la crisis, que reconozca, en fin, que la causa del paro es la avaricia de empresarios y hombres de negocios ávidos de beneficios, para quién los trabajadores son un mero factor de producción.

Pero siento pena y desazón de pensar que personajes como este son los responsables de forma a los futuros ejecutivos y hombres de negocios. Pero a la vez me explico esa retahíla de prepotentes jóvenes ejecutivos imbuidos de ese “pensamiento único” económico, que no deja de ser la eterna sumisión al dios dinero, y para quienes el éxito en su gestión se mide por su capacidad para despedir sin pestañear, para abaratar costes de las empresas al precio que sea.
No cabe duda de que los tentáculos del poder están más extendidos de lo que creíamos, y de que tenemos más tajo del que creíamos, empezando por la batalla cultural e ideológica para devolver a su sitio a estos “expertos”, que no dejan de ser sicarios al servicio del capital.