“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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viernes, 22 de julio de 2011

"¡Que no, que no, que no nos representan!"

No sólo no nos representan, sino que son las antítesis de los valores que queremos defender y que consideramos necesarios para regenerar la vida política. En todo caso representan el más claro ejemplo de los niveles de degradación de nuestros políticos. Si tuviéramos que actuar como agencia de calificación de políticos su calificación estarían por debajo de la de “político basura” y podríamos llamarlos “políticos detritus”, ya que son residuos en descomposición, materia muerta que lastra la vida política de nuestra sociedad.  
En los últimos tiempos asistimos, a diario, a lecciones de lo que esto supone; a la creciente perversión de una clase política que, incapaz de hacer frente a las agresiones del capital hacia los trabajadores y los ciudadanos, se dedica a enmascarar su incompetencia llenando sus bolsillos. Su inmoralidad llega a tales extremos que no tiene empacho en alegrarse y celebrar sus propias hazañas de corrupción.
Eso es lo que podemos extraer de las declaraciones del Sr. Rajoy, y de otros dirigentes de su partido, que pretenden convertir la dimisión de un personaje como el Sr. Camps en un acto de grandeza. De hace de una renuncia exigida por el partido ante su inminente presencia en el banquillo de los acusados por un delito de “cohecho pasivo impropio” (¡que lenguaje más refinado utilizan con los poderosos!), como un ejemplo de moralidad y honestidad. (Y ello sin necesidad de echar leña al fuego: de recordar que le permitieron hace escasos meses presentarse a las elecciones, sabiendo que la comunidad valenciana que presidía apestaba por todas las esquinas; sin necesidad de recordar que los actos de corrupción que llegan a los tribunales son sólo la pequeña punta de un enorme iceberg que en su 99,99% sigue permaneciendo oculto, y nos exige tratarla con tolerancia cero; sin recordar que, tras la cuestión de los trajes están todas las formas de contratación irregular que desvía el dinero público a bolsillos de empresas privadas, a bolsillos de políticos sin escrúpulos, a las arcas de los partidos, ... convirtiendo a los trabajadores y a los ciudadanos en nuevos siervos de la gleba que deben ofrecer el fruto de su trabajo a los nuevos señores feudaes.  
¿Grandeza estar acusado de dejarse influir en la gestión de los asuntos públicos por intereses privados? Desde luego contamos con una casta de políticos que ni nos representan ni tienen legitimidad alguna para representar los intereses de la ciudadanía y defender el bien común. Tamaña desvergüenza denota la descomposición moral de estas élites políticas que pretenden imponer pautas de comportamiento a la ciudadanía.
No cabe duda de que los movimientos que surgen como Democracia Real Ya, el 15-M, y otros similares demuestran que la ciudadanía empieza no sólo a darse cuenta de la calaña de una buena parte de los políticos, y se están poniendo manos a la obra para acabar con esta situación que apesta.
No olvido que, en el otro platillo está que buena parte de estos políticos siguen con el voto y el apoyo de muchos ciudadanos que parecen no hacerle ascos a la corrupción, al uso de los cargos públicos para enriquecimiento personal,...  Esto ha de llevarnos a tomar conciencia de la pobreza que todavía nos acompaña, que nos subyuga y que nos impide ser libres.
Ojala hubiera muchas más personas con la lucidez que demuestra José Luis Sampedro en este vídeo que, aunque se refiere a la visita del Papa, hace una clara referencia a las condiciones subjetivas necesarias para la democracia.
Disfrutarlo, e indignaros con declaraciones como las del Señor Rajoy que pretenden tomarnos a los ciudadanos por inútiles, siempre dispuestos a bailarles el agua y reír sus gracias.



martes, 19 de julio de 2011

¿Prepotentes e incumplidores?

Juan Rosell, Presidente de la CEOE acaba de realizar unas declaraciones, en un acto público organizado por El Economista y Ernst & Young, que recogen todos los medios de comunicación, en las que expone su propia receta para salir de la crisis; en concreto:
Parados: acabar con aquellas personas que se apuntan al paro “porque sí”. “Quien se apunte al paro porque sí, habrá que decirle que no”. Además, todos los parados inscritos en los servicios públicos de empleo deben formarse al mismo tiempo que cobran la prestación.
Funcionarios. Acabar con los funcionarios “prepotentes e incumplidores”. Para ello el líder de los empresarios apuesta por evaluarles para castigarles  y hacerles ver que “no son dueños” de su puesto de trabajo.
Otras medidas (y otros culpables de la crisis) los trabajadores que cogen bajas, para los que propone que se penalice (aún más) el absentismo laboral, los enfermos, que abusan de las visitas al médico; los estudiantes (fracaso estudiantil) a los que un fracaso se les puede consentir, pero que esté ocho años para acabar una carrera de cinco, no se les puede consentir….
Como corolario, señala que para salir de la crisis habrá que hacer sacrificios y trabajar mucho y con “coraje”. Eso sí, sin especificar quien.
No deberían sorprendernos estas declaraciones, ya que están en la línea que vienen manteniendo los grandes poderes económicos, y las fuerzas políticas más afines a ellos, mientras siguen enriqueciéndose a costa de la inmensa mayoría de ciudadanos. Deberíamos aprender, sin embargo, para desmontarlas, las estrategias que utiliza, dándoles la vuelta y aplicándoselas a los propios empresarios.
Entre esas estrategias destacaría tres:
-          Confundir la oveja negra con el rebaño; esto es, generalizar algunas posibles conductas abusivas a todo un colectivo indistintamente;
-          Fomentar la “guerra entre pobres” para distraer la atención de los verdaderos responsables de la situación económica y social que padecemos. Se trata de enfrentar a funcionarios con trabajadores por cuenta ajena; a empleados con parado; a inmigrantes y personas mayores (que en los círculos neoliberales son los que consumen muchos recursos en sanidad, servicios sociales,…) con el resto de la población; a estudiantes buenos con malos,…  
-          “Regalar” los oídos de la audiencia, diciéndoles lo que quieren oír.
Pero si le damos de su propia medicina, tendríamos que decir:
-          Confundiendo las ovejas negras con el rebaño; que habría que detener a los empresarios como criminales, que no aplican medias de seguridad, que abandonan a trabajadores accidentados a las puertas de los hospitales; … que deberían ir a la cárcel por evasión de impuestos, por colocar sus ganancias desorbitadas en paraísos fiscales, por obtener buena parte de sus beneficios de actividades vinculadas a la corrupción y a la connivencia con una clase política corrompida con sus dineros,…
-          Puestos a comentar la “guerra entre pobres” tendríamos que decir que es la gran patronal, estrechamente aliada con los poderes financieros, la que está estrangulando y asfixiando a las pequeñas y medianas empresas, obligándolas a cerrar y despedir a sus trabajadores, mientras ellas se enriquecen a costa de ayudas y subvenciones públicas, de favores para obtener mercados cautivos, …;
-          Para alegrar los oídos de la audiencia afirmamos que, como en Islandia, los responsables de la crisis deberían ser juzgados y encarcelados, que deberían pagar sus fechorías; que deberían responder por su irresponsabilidad al boicotear las políticas, reformas y negociaciones promovidas por el gobierno, buscando no se sabe bien que oscuros intereses,…
Vistas estas estrategias comunicativas, algunas cuestiones particulares sobre las afirmaciones del Señor Rossell:  
La consideración de que los funcionarios son “prepotentes e incumplidores” y una patología prioritaria a atajar es una afirmación que no se sostiene. No parece que la “prepotencia” sea el rasgo típico de los funcionarios, sino más bien de todos esos personajes embutidos en traje oscuro y corbata, y que tanto abundan entre empresarios y “políticos” que sufren mal de altura.
No parece evidente que “incumplimientos y trabajos mal realizados” sean un rasgo distintivo de los funcionarios, al menos si nos asomamos a las oficinas de defensa de los consumidores, pues en ella encontramos que la mayoría de denuncias tienen que ver con servicios de las empresas privadas (empresas de telefonía, bancos,…) y que, proporcionalmente, son mayores que las quejas por el funcionamiento de los servicios públicos, de forma abrumadora.
Respecto a los funcionarios como patología a extirpar, no creo que sea una forma de acabar con la crisis económica y el paro, sino una estrategia para que la empresa privada extienda sustentáculos a actividades como la educación, sanidad, servicios sociales,…  con los que seguir amasando enormes masas de beneficios; política que, por otra parte, hará crecer el número de personas sometidas permanentemente a la crisis, ya que no podrán disfrutar de esos servicios, al menos con la calidad que los vienen recibiendo hoy.
Considerar que quien está en paro es “porque sí”, en un contexto de enorme crecimiento de la marginación y la exclusión debido a la expulsión de millones de personas del puesto de trabajo, no sólo denota una ignorancia supina de la vida social “a pie de calle”, sino una irresponsabilidad difícil de justificar. Ciertamente existen parásitos en la vida económica y social, pero estos hay que buscarlos en otro lado: entre empresarios cuyo único mérito para ascender es el de ser parientes, herederos, amigos… O entre los Consejos de Administración de las grandes empresas, con sus sueldos desorbitados, y toda la retahíla de privilegios –jubilaciones multimillonarias incluidas, que se auto asignan, etc.
También es cierto que hay funcionarios incumplidores que, a la vista de los resultados, no se ganan sus retribuciones. En concreto, esos funcionarios que ocupan puestos en la Administración (generalmente altos cargos) cuya responsabilidad es la de controlar a las grandes empresas: la competencia desleal de los empresarios, los fraudes de las que perciben subvenciones, a las que obligan a sus trabajadores a cobrar menos por trabajar más, a las que tienen entramados empresariales para eludir sus obligaciones fiscales, a las que establecen connivencia con los político a través de la contratación pública para lucrarse, ….
Que cierto es eso de que la realidad es según el color del cristal con que se mira. Desde nuestra óptica hay que acabar con mucho empresario especulador y corrupto, cuando no delincuentes que defraudan y estafan a la mayoría de los ciudadanos, con funcionarios corruptos y que no ejercen sus tareas de vigilancia… Ciertamente coincido con el Sr. Rosell en la necesidad de reformas profundas, aunque discrepo en cuáles son las más urgentes.