“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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lunes, 23 de mayo de 2011

Freire y el 15-M: PAULO FREIRE, UN INDIGNADO ADELANTADO (i).

Paulo Freire antes de su partida para siempre, escribió: "Yo no moriría en paz sin proclamar que soy un pedagogo indignado". (Pedagogía de la tolerancia, 2006, p. 198). Podemos pensar, por tanto, que Paulo Freire se suma a este movimiento en su calidad de pedagogo, aportando una perspectiva sin duda urgente y necesaria.

Pero esa declaración de indignado no es la única cuestión que puede sorprendernos. También dejó escrito, por ejemplo: “Es que la democratización de la desvergüenza se ha adueñado del país, la falta de respeto a la cosa pública, la impunidad, se han profundizado y generalizado tanto que la nación ha empezado a ponerse en pié, a protestar. Los jóvenes y los adolescentes también salen a la calle, critican, exigen seriedad y transparencia. El pueblo clama contra las pruebas de desfachatez. Las plazas públicas se llenan de nuevo. Hay una esperanza, no imposta que no sea siempre audaz, en las esquinas de las calles, en el cuerpo de cada una y de cada uno de nosotros. Es como si la mayoría de la población fuera asaltada por una incontenible necesidad de vomitar ante tamaña desvergüenza(Pedagogía de la esperanza, 1993, p. 7). Añade. “no entiendo la existencia humana y la necesaria lucha por mejorarla sin la esperanza y sin el sueño” (p. 8)

¿Qué puede aportar a un movimiento como “¡Democracia real ya!” Paulo Freire?
Aunque trataré de responder a lo largo de las siguientes entradas, baste señalar que P. Freire dedicó su pedagogía, “a los desarrapados del mundo y a quienes, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan", y lo hizo desde un compromiso de trabajar “con" ellos, “desde" su práctica, nunca “para" ellos, pues tenía muy claro que no se trataba de una dádiva caritativa.
Entre sus aportaciones cabe destacar los procesos de “concientización" a favor de la humanización para despertar a la palabra de su silencio, conectarla con la acción transformadora, romper el “miedo a la libertad" y abatir la sombra introyectada del opresor.
Para muchos supuso un desafío para introducirnos en la lectura de la realidad, para aprender a leer el mundo, a profundizar mejor la violencia impuesta por los opresores y, así, poder romper la “cultura del silencio", soñando que en el ser humano existen más cosas dignas de admiración que de desprecio; un desafío a desvelar al sistema capitalista de explotación que, abandonando al ser humano en el hambre y en la miseria, lo desprecia como un ser sin historia y sin cultura para violentar e impedir su proceso de humanización;

¡Ah! Con Freire aprendimos ya su denuncia de la “educación bancaria”, en unos tiempos en que Bolonia quedaba muy lejos.

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