“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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sábado, 21 de mayo de 2011

Algunas reflexiones (prepolíticas y políticas) en torno a las acampadas del 15-M

Las visitas a la acampada, escuchar los testimonios y reflexiones en las asambleas popiulares, las reivindicaciones recogidas,... me incitan a una reflexión sobre algunas cuestiones.
Recuperar el poder de definir la realidad. Una de las principales formas de dominación del sistema es su capacidad para definir la realidad, y hacerlo además a través de un potente mecanismo de dominio como es la alianza entre los grandes grupos financieros y de comunicación, y generalmente con estrechas conexiones con alguno de los grandes grupos políticos, -esto es, a través de la constitución de enormes y poderosos grupos de presión que manipulan la realidad en función de sus intereses.
 Las asambleas en las acampadas, así como otras formas de expresión (escritas, gráficas,…), no sólo permiten recuperar la palabra, sino que su valor va mucho mas allá al permitirnos combatir la comprensión de la realidad que se  que se hace desde el poder. Esta andadura de empezar a definir la realidad resulta un sano ejercicio, que implica otra multitud de pequeñas acciones pre-políticas, necesarias para generar y fortalecer una conciencia alternativa arraigada y con perspectivas de ampliarse.
La vida cotidiana como lugar de encuentro y partida. Esa capacidad de definir la realidad es posible cuando lo que se comparte es la vida cotidiana, con el lenguaje y la gramática de la vida ordinaria; cuando se abandonan estereotipos e imágenes prefabricadas, para que surja la vida concreta de personas concretas: la persona que reparte telepizzas y cobre 300 € al mes; aquellas superpreparadas profesionalmente, pero sin ninguna experiencia; estudiantes sin perspectivas….
Otros estereotipos son los análisis basados en conceptos ideologizados, ya  que más que explicar la realidad actúan a modo de corsé que refleja y trasmite la imagen de un grupo, organización… Es necesario aire fresco que actué también como factor crítico y regenerador de las viejas ideologías que han pretendido monopolizar la protesta social, pero que, en mayor o menor medida han frenado esa protesta al pretender suplantar y representar esa voluntad popular. Critican la esencia de la democracia representativa pero, en su ámbito de acción (la izquierda, los anti-sistema, etc.) pueden estar reproduciendo las limitaciones de una democracia representativa.   
La tensión entre utopía y pragmatismo. (A veces se habla de tensión entre utopía y realidad, reduciendo al realidad una fotografía estática e inmóvil: lo que es posible ahora y aquí, dadas unas condiciones objetivas y subjetivas concretas –suponiendo que alguien sea capaz de valorar, en un mundo complejo, la realidad de los múltiples agentes sociales, …- y negando las enormes posibilidades –de uno y otro signo-que encierra la realidad; en el fondo es fruto de ciertos mesianismo políticos que no quieren ser reconocidos) Se trata de una cuestión que, según se resuelva,  puede condicionar  su próximo devenir, hacia un movimiento que se consolida y se sostiene en el tiempo (y en el espacio) o un movimiento que se evapora generando frustración y desencanto.
Tal vez sería conveniente recordar, como tras los acontecimientos de explosión transformadora en el mayo del 68; unido a las conquistas del movimiento obrero –avances en formas de cogestión,.. – y el florecer de los diversos movimientos de liberación (de los pueblos, de la mujer, ..) los grandes organismos,  como la trilateral, determinaron que la causa de la crisis era el “exceso” de democracia. Los ataque contra toda forma de profundizar la democracia mediante la participación popular fueron tremendos (hoy hablamos del auge del neoliberalismo, pero no conviene olvidar que la causa no fue meramente económica, sino también política: miedo a la democracia participativa.
Caso paradigmático en España fue el triunfo electoral del PSOE. con Felipe González, que tras haberse apoyado en la movilización popular para alzarse al poder, pidió la desmovilización social para llevar adelante su programa de reformas…
Si el pragmatismo, que lleva al control de los procesos sociales por parte de los técnicos, las grandes empresas.  las burocracias de los partidos… ha sido un enemigo para el avance hacia formas de democracia participativa (o autogestión)  el utopismo ha sido otro enemigo. Pedir lo que hoy no es posible, sin tener en cuenta los condicionantes de la realidad; el negar a los demás cualquier resquicio de verdad,… ha llevado a una separación progresiva de amplias capas de la ciudadanía de los proyectos sociales transformadores (no digo que sea la única causa, ni la más importante, pero si una causa más). Al final, muchas personas van quedando quemadas, o atrapadas en una especie de odio revanchista que más que a construir un futura diferente lleva a rechazar y destruir cualquier forma de presente, generando inseguridad y rechazo.
Superar esa tensión entre utopía y realismo requiere no de ninguna forma de purismo, sino de saber que la utopía es un horizonte que guía y orienta nuestras construcciones (ir dando pasos para hacer posible lo que hoy no lo es: mayor igualdad, solidaridad, justicia social, desaparición de la explotación…) per, simultáneamente, la utopía se convierte en instancia crítica de nuestras propias realizaciones (evita el convertirnos en fanáticos de una u otra ideología). Las normas, estructuras, leyes,… que vayamos colocando en esa búsqueda de la utopía, y que en un momento determinado suponen un avance, si las confundimos como la utopía, acaban convirtiéndose en estructuras, normas… opresoras.
La articulación entre los movimientos sociales y los particos políticos. Otra forma de avanzar en la solución de la anterior tensión, en la actual coyuntura, es la de repensar la forma de articulación entre los movimientos sociales y los partidos políticos (la relación entre la sociedad civil y la política institucional).
Uno de los grandes males que afectas a las actuales democracias es la inversión que se ha producido en esta relación. Al marginar a la sociedad civil, a sus organizaciones y movimientos sociales, de la esfera de la decisión política, lo que ha ocurrido es que la soberanía popular, de la que emana la legitimidad de las instituciones, ha sido, primero secuestrada por las instituciones políticas y los partidos que aspiran a controlarlas y, en segundo lugar, ha sido rendida a los grandes poderes financieros, industriales, comerciales,… En resumidas cuentas, nuestra dignidad como personas y como pueblos es la que los políticos es la que está siendo negada con ese sometimiento de la política a la economía, a los mercados.
Recuperar nuestra dignidad, como personas y como pueblo, pasa por recuperar y ejercer nuestra soberanía popular, sabiendo que no podemos entregarla a fondo perdido. Que es tarea nuestra un seguimiento y control permanente, para garantizar nuestra libertad y dignidad. Así, las reivindicaciones del movimiento de una efectiva división de poderes recogen el diagnostico de la situación, pero creo que no atinad: hemos visto que la división de poderes no es efectiva sin nuevas formas de control social, que son las que hemos de pensar y construir (hoy no existen, ya que bastaba nuestro voto para legalizarlas, y a cambio se nos pedía silencio y sumisión).
Pensarlas y construirlas (control de poder judicial, legislativo, de los poderes financieros,…) ha de ser fruto de una pedagogía y un trabajo colectivo a medio y largo plazo, pero me parece que, empezar a diseñar ese proceso pasa por reconstruir mecanismos de participación ciudadana, en el ámbito de barrio, pueblo, universidades, centros de trabajo… capaces de definir la realidad y, por tanto, señalar los objetivos necesarios (en la lucha contra el paro, en los equipamientos y servicios de nuestros barrios, en …) , pero no sólo eso, no delegarlas en un partido u organización que nos represente y actúe como correa de transmisión en las instituciones de gobierno. Ha de ser tarea de estas mismas asociaciones sociales, a través de la movilización, la reivindicación, la construcción de formas nuevas de “presión” sobre los gobiernos y políticos, el que se incluyan y prioricen en las agendas de los gobiernos. Delegamos la soberanía popular para que se ejecuten las decisiones de la voluntad popular: no podemos denegar esa voluntad, ni los objetivos,…
Lograrlo significa, además de mantener nuestra capacidad de pensar y compartir nuestra vida cotidiana, la construcción de redes interrelacionadas, que hagan posible emerger la pluralidad y variedad de problemas sociales, de priorizarlas desde la solidaridad y no desde egoísmos corporativos, o intereses electorales,…  Esta será la forma de que emerjan nuevos mecanismos de control y seguimiento, que la división de poderes no sea una falacia para someternos, una vuelta a un absolutismo.
El cultivo de las motivaciones profundas. En este recorrido de lo pre-político que emerge las movilizaciones actuales, a un nuevo imaginario político falta un elemento que unifique y articule. Para expresarlo nada mejor que recurrir a una conocida cita de Beltot Brecht: “Hay personas que luchan un día, y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenas. Pero hay algunas que luchan toda la vida: ésas son las imprescindibles”. Desde esa ineludible tensión entre utopía y realismo nos planteamos también la necesidad de conseguir una dinámica de permanencia en el compromiso social y que, en buena medida, pasa por el reconocimiento y cultivo de las motivaciones profundas de cada persona, sean de carácter humanista, religioso, ideológico,… Saber porqué y para qué hacemos las cosas, reconocerlo y compartirlo (y no sólo con los que piensan idénticamente igual que nosotros: riesgo de secta) es un buen ejercicio. Además es una de las formas de hacer posible el nuevo paradigma que necesitamos para construir el futuro: la unidad en la diversidad.

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