“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

Páginas

miércoles, 20 de febrero de 2013

Qué responsabilidades debe asunir la política en esta crisis


Tras el encuentro reseñado en la anterior entrada, surgieron una serie de interrogantes compartidos, y que se convierten en un estimulo para la reflexión personal, en un primer momento, que es el que comparto ahora en estas entradas y, posteriormente, a nuevos intercambios de ideas y debates enriquecedores.


Respecto a qué responsabilidades debe cargar la política en esta crisis? entiendo que todas dado que si la política es ese arte de organizar la convivencia, o si, utilizando palabras de Quin Brugé, la política es aquello que nos permite vivir juntos siendo diferentes y, dada la existencia de proyectos y puntos de vista que mantienen a la sociedad en tensión, su papel es transformar el peligro destructivo de los conflictos en potencial creativo, apostando por usar el diálogo como mecanismo para alcanzar respuestas y posiciones de síntesis, entonces asistimos al fracaso de la política. Ello no impide reconocer que, con la democracia liberal se han conseguido logros importantes, que ahora desaparecen o están amenazados. 

Volviendo al libro de Quim, propone como causa de ese fracaso que la política ha sido colonizada por la economía. Compartiendo la afirmación, me surgen interrogantes acerca del alcance y significado de esta colonización: 

  • Vuelta al viejo liberalismo económico del laisser-faire. 
  • Repliegue del Estado y disminución de su intervencionismo. 
  • Intromisión de los intereses mercantiles en el sector público. 
  • Una nueva lógica (normativa) que afecta a todos los terrenos de la acción pública y a todos los aspectos de los ámbitos social e individual. 
  • Uso sistemático de la política favorable siempre a los más ricos (Robin Hood moderno), destruyendo las instituciones y dispositivos de solidaridad y redistribución instaurados al finalizar la IIª Guerra Mundial 
  • Etc. 

Tiendo a creer, espero que lejos de teorías conspirativas, que esa colonización es resultado de un proyecto político neoliberal, basado en una antropología del sujeto económico, que pretende la eliminación del sujeto democrático / ciudadano[1], referente de la democracia liberal, para sustituirlo por el sujeto individual, calculador, consumidor y emprendedor, que persigue finalidades exclusivamente privadas en un marco general de reglas que organizan la competencia entre todos los individuos. 

Podríamos decir, a título ilustrativo, que el individuo pasa a ser considerado como una empresa, al acecho siempre de cualquier oportunidad de negocio en un contexto de absoluta y constante competitividad. 

Este cambio implica, por otra parte, una reducción del sujeto moral y político a mero calculador obligado a elegir en función de sus intereses propios; algo dramático para la “buena política” y que empieza a percibirse es aspectos como: 

  • la reducción del sujeto a consumidor, y no a actor político 
  • la invitación permanente a expresarse como tal, deseoso de no dar más de lo que recibe (por ejemplo, los impuestos en relación a la educación, la sanidad…) 
  • disminución de las libertades individuales y colectivas, pues desde este punto de vista resultan un coste excesivo, cuando no un lujo 

El reducir todo al prisma económico tiene otras consecuencias, como la progresiva desaparición del equilibrio social basado en la división de poderes, lo que incluía una pluralidad de principios reguladores de la vida social. Aunque esta lógica no puede considerarse como nueva, y los gobiernos neoliberales / neoconservadores siempre han intentado acabar con la autonomía relativa de ciertas instituciones (justicia, sistema electoral, policía, administración pública) subordinándolas a sus intereses y al mercado (oligarquías económicas y financieras) no se había logrado tal grado de subordinación de las diferentes lógicas a la del interés hasta finales del siglo XX, lo que supuesto la quiebra del frágil y tenso equilibro entre economía capitalista y política liberal en que se basó el desarrollo del Estado de Bienestar. 

Con esto, me parece que el problema que afrontamos es más grave, pues no se trata sólo de conceder mayor espacio a un mercado supuestamente natural, reduciendo el terreno ocupado por el Estado y las regulaciones legales; lo que pretende ese proyecto neoliberal es construir una realidad institucional y unas relaciones sociales enteramente organizadas según los principios del cálculo económico de tipo mercantil. Y la clave del éxito es convertir a las personas (al mayor número) en clientes, en entes maximizadores de su utilidad. A ello, y parece que con buen éxito, se han dedicado en los últimos años ingentes esfuerzo; primero a través de la seducción (la propaganda, el consumo, las promesas…) y, cuando ha dejado de funcionar, con el recurso al miedo (ahí están las políticas neoliberales “activas”: privatización de servicios públicos, recortes…) como medio para la consecución de ese sujeto “calculador”, “responsable” y “emprendedor en la vida”, que cada día es empujado a aplicar la racionalidad económica en todos los ámbitos sociales: salud, educación, justicia, política… Pero tras la seducción y el miedo aún queda otra bala en la recamara neoliberal, a la que históricamente no ha dudado en recurrir, la violencia.





[1] Ciudadano: aquel que, junto a otros ciudadanos iguales en derechos, expresa cierta voluntad común, y determina con su voto las decisiones colectivas y define lo que ha de ser el bien público.

No hay comentarios:

Publicar un comentario