“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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viernes, 15 de febrero de 2013

Reivindicar la política. ¡Es la política idiotas!


Recientemente el profesor Quim Brugué ha escrito És la política, idiotes![1] libro que, en estos tiempos que corren, se atreve a reivindicar la política, algo que no sólo significa remar contra corriente, sino que para más de uno resultará una locura, cuando no una provocación. Sin embargo, entiendo que se trata de un ejercicio no sólo necesario, sino totalmente recomendable para no dejarnos arrastrar por esa corriente de destrucción de toda forma de política.

Con ese motivo recientemente he tenido la oportunidad, junto a un grupo de amigos, de escuchar a Quim exponer las principales ideas y tesis de su libro, y de compartir un amplio, pero inacabado, dialogo acerca tantas cuestiones tan presentes en nuestra cotidianeidad, y que el libro ayuda a resituar y redimensionar. Una experiencia sumamente gratificante que espero de pié a varias entradas en el blog.

Como frontispicio a su introducción Quim señala que la recuperación del crédito de la política pasa por denunciar todas las prácticas corruptas y perversas de la política actual, sin paños calientes, pero que siendo condición necesaria esta crítica no es suficiente para regenera la política, pues además requiere la puesta en valor que la política como algo positivo.

En ese sentido, cabe recordar que la política es algo totalmente necesario que nos posibilita vivir juntos, que es una fuerza civilizadora y, por el contrario, que la no-política es algo que siempre ha favorecido y favorece a los poderosos. En estos tiempos es frecuente referimos a la política como una selva, aunque en realidad es al revés: vivir sin política es vivir en la selva, sometidos a la ley del más fuerte.

Tras el título del libro, “Es la política, idiotas,” late una doble finalidad. Una, parafrasear aquel conocido eslogan que pusieron de moda los asesores de Clinton, “Es la política, estúpido” y denunciarlo como representación y punto álgido en ese movimiento de negación de  la política unido al auge neoliberal, sin olvidar que, precisamente la falta de política, o la renuncia de los políticos a hacer política, ha sido, y sigue siendo, uno de los agravantes de la dramática situación en que nos encontramos.

Otra, el término idiota como reivindicación de su significado clásico, cuando los griegos la utilizaban para referirse a aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino solo de sus intereses privados. Idiota, por tanto, indica no solo lo opuesto a ciudadano, al que se ocupa de la cosa pública,  sino que además designaría una persona incapacitada.

Bueno, podríamos recordar a Gabriel Celaya y su poema La poesía es un arma cargada de futuro, a aplicárselo a la política. 


Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.


Bueno, dejamos para otra entrada posterior que clase de política (poesía) es la que hoy es necesaria


[1] Joaquim Brugué Torruella: És la política, idiotes! Accent Editorial, noviembre 2012 (escrito en catalán)

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