“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

“Yahvé endureció el corazón del Faraón” o los paradójicos caminos de la liberación

Si en 2008 pretendieron ampliar la jornada de trabajo a las 65 horas ahora pretendían consagrar una moderna forma de esclavitud legalizando la contratación trabajadores inmigrantes (temporeros de terceros países) con menos derechos y menos protección social que los trabajadores europeos, al tiempo que aumentan los intentos y presiones para aplicar a los trabajadores inmigrantes la legislación de su país de origen, generalmente menos protectora.

La derrota hoy en el Parlamento europeo de la “directiva de permiso único”, nombre con que se pretende ocultar el feroz ataque a la dignidad de los trabajadores inmigrantes, no puede considerarse como un signo de optimismo; al contrario, sólo cabe la preocupación y el compromiso, pues la ideología neoliberal sigue extendiéndose por el conjunto de las instituciones (políticas, judiciales, universitarias, ...) que, rendidas ante la aparente fortaleza del poder del dinero, se apresuran a agitar ese molinillo del diablo del que hablaba Karl Polanyi en la Gran Transformación, imponiendo recortes de derechos a diestra y siniestra, que se aplasta con toda su crudeza en los sectores más débiles del mundo obrero, convirtiéndolos en masas marginadas.

Pesimismo que se hace más patente si, más allá del sensacionalismo con que nos informan los medios de comunicación sobre trivialidades, nos fijamos en las medidas que se vienen adoptando en nuestro país y en los de nuestro entorno, y que vienen dislocando la vida del pueblo con el movimiento de las aspas de este satánico molino. Así, descubriremos que asistimos al control del algunos países por las tecnócratas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y de Bruselas, o a las presiones sobre el resto de gobiernos para promulgar, con carácter de extrema urgencia, leyes que hacen retroceder las relaciones entre patronal y trabajadores al siglo pasado: anulación de convenios colectivos, bloqueo o disminución de los salarios al nivel mínimo indispensable para la supervivencia; grande facilidades para el despido, etc. Y todo ello en un contexto de crisis financiera que sigue elevando los niveles de paro, al tiempo que se proponen medidas orientadas a rebajar los impuestos a las empresas y las grandes fortunas, mientras se suben los impuestos indirectos, lo que hace que aumenten los precios y los servicios sociales sean desmantelados.

Estos hechos me llevan a recordar algunos pasajes del Éxodo, en los que se pone de manifiesto una paradójica manera de actuar de Dios para liberar a su pueblo: “Yahvé endureció el corazón del Faraón” (Ex 4, 21; 7, 13; 9, 12; 10, 1, 20, 27; 11, 10; 14, 8). El Faraón se manifestaba cada vez más insensible a las demandas de liberación del pueblo esclavo y, en esta situación de claro y agravado conflicto social, los textos bíblicos nos indican que Dios no sólo actúa en el bando de los explotados (escuchando sus gritos, haciendo surgir profetas o líderes que le acompañen, ...) sino que también actúa en el bando de los explotadores, endureciendo su corazón y, de este modo, provocando su derrota.

Las medidas señaladas anteriormente, ese endurecimiento del corazón de los actuales banqueros, empresarios, políticos,... ¿no será un signo de los tiempos?, ¿no será una nueva actuación paradójica del Dios Liberador que escucha el clamor de su pueblo y se compadece de él?

Sin negar nuestra responsabilidad en la lucha contra las crecientes injusticias, me parece una lección importante de la que podemos sacar nuevas motivaciones y nuevos argumentos para seguir adelante: todos los imperios han sucumbido y a este no le cabe otra suerte.

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