“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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miércoles, 13 de marzo de 2013

Liturgia sindical, cada día más similar a la eclesial


El pasado domingo, 10 de marzo, tuvo lugar en Zaragoza (y en diversas ciudades españolas) una manifestación convocada por la “cumbre social” bajo el lema:" Contra el paro, seis millones de razones.
Mi impresión personal, que es una manifestación de cumplimiento (cumplo y miento) como muchos de los actos eclesiales. Se trata de guardar las apariencias, sin implicarse ni complicarse. Una manifestación, como muchas de las que se convocan desde los sindicatos mayoritarios últimamente, con el objetivo de aparentar que se está haciendo algo, y que se sigue teniendo capacidad de movilización. Entiendo que no se cumplió ninguna de estas previsiones. La desgana con la que se convocó (entre los pocos asistentes había quienes decían que se habían enterado de casualidad, que nadie les había informado…) Me consta que al aparato sindical le bastaba con que cada federación sindical comprometiera un mínimo de asistentes para poder lucir los pendones (como en las procesiones religiosas) y que personalmente me recuerdan otra liturgia más peligros: la fascista.
No cabe duda de que hay una importante diferencia entre las convocatorias de las mareas y otras organizaciones nacidas a raíz del 15M (stop desahucios…). No sólo por el número de personas que arrastran, sino por su tipología (no son los de siempre) y por el carácter, mucho más fresco, festivo y participativo.
La liturgia sindical huele a rancio, pero porque sus estructuras y funcionamiento se ha vuelto rancio, y tienen más presentes los intereses corporativos y particulares  que las preocupaciones de los trabajadores y de los ciudadanos que, al igual que en la esfera política, son reducidos a sujetos pasivos cuya única participación es votar en las elecciones y asistir a las manifestaciones que convocan.
Otra cuestión que merece reflexión es que se trataba de una manifestación convocada por la cumbre social, pero ¿qué es la cumbre social?, mejor dicho, ¿en que se ha convertido la cumbre social?
Desde mi experiencia personal la cumbre social aragonesa nace del seguidismo a las decisiones de las cúpulas sindicales en Madrid que, bajo el reclamo de la necesidad de respuestas unitarias -sentimiento compartido por muchas personas especialmente en un contexto de graves agresiones- tienen otros objetivos más interesados: intentar lavar su imagen, sometida a profundo desgaste (y no sólo por las críticas desde la derecha neoliberal) y recuperar una iniciativa social que han perdido en favor la sociedad civil, ya que el 15M, las mareas, cuentan no solo con la simpatía, sino también con un importante apoyo de los trabajadores y de los ciudadanos.  Algo que es difícil de digerir desde los aparatos sindicales, acostumbrados a que todo funcione a “toque de pito”, y que muchos de cuyos líderes se manifiestan abiertamente anti-asamblearios (nosotros no somos asamblearios, dicen; pero no explican qué son y cómo funcionan). Por otra parte, es patrimonio compartido por la cultura sindical mayoritaria el no dar protagonismo a los grupos minoritarios, que se convierten en sus principales enemigos, ya que pueden disputarles su clientela. Por tanto, se trata de desactivarlos cuanto antes y, para ello se usan los mismo métodos que se usan desde el poder: intentar atraparlos en las propias redes para inmovilizarlos y, cuando esto no funciona desprestigiarlos.
En definitiva, nos encontramos ante un dilema importante: ¿cómo gestionar el conflicto social creciente? Los sindicatos mayoritarios se han acostumbrado a la negociación y al pacto, y han perdido la lógica del conflicto: han asumido los mecanismos básicos del sistema y no los cuestionan; no se cuestiona la legitimidad de la propiedad capitalista, del beneficio y la acumulación. Por otra parte, los movimientos sociales emergentes nacen con frecuencia como rechazo a la capacidad de los representantes sindicales para defender sus legítimos derechos e intereses, fuertemente golpeados, a menudo con el acuerdo sindical que rehúye de la protesta y el conflicto como camino (Eres, despidos...). Por ello pueden pecar de ingenuidad, pero apuntan maneras, presentan mecanismos participativos, respiran un aire más sano. Sin duda, ellos son hoy un referente y sus denuncias apuntan caminos de regeneración que no podemos ignorar.

1 comentario:

  1. Hacía tiempos que no te leía. Tiras con balas del 50 lo menos. Y tienes la razón del profeta. Así que prepárate a recibir hostias.

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