El incremento de la presión sobre los políticos, para que
temas objeto de grave preocupación por la ciudadanía, como los desahucios o las
preferentes, son denunciados por la sociedad biempensante como acoso, como presión ilegal para cambar la
opinión de los diputados, concejales… Ayer apelaba a ello el señor Pons, o al ministro de justicia Gallardón señalando,
con rostro angelical, que esas acciones
son presiones para hacerles cambiar el voto; como si el voto personal de los
diputados valiera de algo, y no supiéramos que obedecen ciegamente a la
disciplina de voto; como si sistemáticamente no vendieran su alma al diablo,
cerrando los ojos para seguir
proclamando su inocencia; tapando sus narices, para evitar el hedor de las
políticas que ejecutan.
Ya está bien de mentiras e hipocresías. Resulta que cuando
el pueblo tan solo dispone de sus manos y su voz para defenderse de las mentiras
y los abusos del poder, mediante carteles y consignas coreadas, se criminaliza.
Resulta que la sociedad biempensante y políticamente correcta no son violencia los
lobbies financieros, los de las eléctricas, las farmacéuticas, las
constructoras… No son violencia los múltiples casos de corrupción que han
salpicado hasta las cúpulas más altas de los principales partidos; no es
violencia el control de la judicatura por el poder político, sobre todo para
protegerse cuando esos casos de corrupción saltan a la palestra; no es
violencia el secuestro de la política por los intereses económicos (basta mirar
los intereses personales de buena parte de los ministros, sus complicidades con
grupos y sectores empresariales….
Solo consideran violencia la acción del pueblo cuando decide
levantar su voz y ocupar el espacio público para ejercer un control sobre unos
políticos que han accedido al poder mintiendo al pueblo, y se mantienen mintiendo
y engañando. Cuando el pueblo decide recuperar su soberanía popular
constantemente prostituida por una clase política inmoral y servil ante los grandes
poderes.
Sabemos lo que da de sí y a dónde nos ha llevado la política
de buenos modales para alejar al pueblo de cualquier forma de control, de que
quiera arrogarse más poder que el ejercicio del voto cada cuatro años. Se criminalizó
a los movimientos antiglobalización, al 15M, a stop desahucios… se les acusa de
antisistema, se les persigue y detiene, aunque no exista base jurídica, y los
jueces contradigan a los políticos en el poder, que alientan esta
criminalización, algo de lo que en el PP son especialistas.
Vimos como criminalizaron el movimiento “rodea el congreso”;
hoy mismo detienen a treinta activista por ocupar un banco malo en protesta por
los desahucios, y se les acusa de ocupar un espacio abierto al público. Una vez
más, atemorizar, intentar amedrentar a la población., y hacerlo a unísono en
todos los medios de comunicación, asemejando a las personas que protestan con
terroristas….
Cada vez toma más fuerza y realidad el “no nos representan”,
slogan que cada vez atañe a más instituciones que las políticas (medios de
comunicación, patronales, incluso buna parte dlas cúpulas sindicales) que
actúan como cinturón de seguridad de este sistema corrupto y corrompido al que
no lo quedan más que los últimos estertores. No sabemos cuál será la
alternativa que se imponga, pero sin duda tendrá que tener en cuenta todas esas
necesidades populares que hoy hay que defender incluso con el riesgo de ser
desprestigiados y privados de libertad.
Responsabilizamos a muchos de esos biempensante, pues no hay
más sordo que el que no quiere oír, ni ciego que el que no quiere ver, y de esos
hay muchos.
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