Acabo de recibir esta opinión de un cooperante sobre Malí, y me parece adecuado compartirla, pues a pesar de su brevedad, resulta un interesante punto de vista para contrastar con otras informaciones que recibimos.
Lo que ha provocado el
actual conflicto en Malí es la gran bolsa de petróleo y gas de su zona norte.
Soy cooperante en ese país desde el 2008 y algo conozco de este asunto. La
negativa a pagar un céntimo a los tuareg, legítimos propietarios de los recursos
allí encontrados, es lo que motivó que la oligarquía maliense, alentada por
petroleras americanas (y europeas al acecho) forzara un golpe de Estado en
marzo del 2012 que derrocó al presidente legítimo del país, que ya negociaba
con los tuareg. De hecho, la prensa publicó en diciembre de 2011 que EEUU había
desplegado destacamentos militares en la zona. Así matan dos pájaros de un
tiro: comercio de armamento más explotación del crudo.
A las dictaduras en
Latinoamérica han seguido otras intervenciones militares (Irak, Afganistán,
Libia, ahora Malí) donde a los suculentos dividendos del comercio de armas se
une el control de las grandes reservas de hidrocarburos. Esta guerra se podría
haber evitado de haberse respetado la negociación con los tuareg, pero es más
rentable cortar el proceso para fomentar la rebelión independentista tuareg.
Ahora se presentan los aliados como los liberadores del demonio
fundamentalista, cuando son generadores y directores en la sombra de este
ataque a la dignidad de las personas. Decenas de miles de familias malienses
han sido desplazadas por la guerra hacia el sur y están pasando calamidades,
con cientos de niños muriendo cada semana a causa de la malnutrición que generó
la sequía de tres años que ha finalizado este verano, y que ha agravado esta
guerra neocolonial.
Lunes, 14 de
enero del 2013 Julio Tapia Yagües (Benalmádena-Málaga)
cooperante, Publicado en ENTRETOS.
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