Asistimos al mayor ataque contra la ciudadanía del país y la
mayoría de las instituciones se “retrata”, descubriéndonos su verdadero rostro.
El Gobierno, y la mayoría que le apoya en el Parlamento, jalean,
se ríen, insultan a los parias castigados nuevamente por las mediadas de apoyo
a la banca, a costa de lo que sea. ¡Qué se jodan!
La Monarquía, asiste al Consejo de Ministros en que se que
se consuma este ataque, corresponsabilizándose con el mismo, tal vez como
contrapartida a la manita que le echo el Gobierno cuando su desafortunada cacería,
en esos momentos de gravedad que se cernían sobre nuestro país. Ese rey que
comparece con cara de “bobón” para decirnos "Lo siento mucho. Me he
equivocado. No volverá a ocurrir ...”, vuelve a comparecer con la misma cara
para decir “espero que cuando las cosas vayan bien se tenga en cuenta a todos”.
Mientras tanto, “qué se jodan”.
Tampoco se libra el Presidente de la Conferencia Episcopal
Española, personaje extremadamente hábil a la hora de eludir pronunciarse sobre
las dramáticas consecuencias de la crisis: paro, precariedad, pobreza,
marginación… pero que no duda en bendecir los recortes del gobierno y “espera
que el paquete de medidas aprobado por el Gobierno contribuya a contrarrestar
el paro y confía en que el espíritu de solidaridad y entrega ayuden a superar
la crisis”. Da igual que se acuse a los parados de vagos, que se les recorte
las prestaciones, que se suba el IVA para que la actividad económica tarde más
en reactivarse… mientras se indulta a los grandes evasores de impuestos, se sigue
apoyando a los bancos que engañan y defraudan a los ciudadanos,… ¡Qué se jodan!
Igualico, igualico que el “Maestro“ que enseña que el único criterio
e juicio son los pobres y las víctimas del sistema (Mt, 49 25 y ss), el que
señala lo que hicisteis a uno de estos indefensos a mi me lo hicisteis, o no podéis
servir a dios y el dinero…
Como se ve, la crisis es mucho más amplia de lo que parece,
pues casi todas las instituciones están corroídas. Pero, en contrapartida, las
posibilidades de encontrar salidas liberadoras son mucho mayores, pues los
ídolos han de mostrar su verdadero rostro y resulta más fácil desenmascararlos.
Demasiado optimismo final.
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