“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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sábado, 6 de marzo de 2010

Nuevos Parias: MISERIA SOBRE MISERIAS

H. es un joven inmigrante sin papeles. Últimamente trabajaba cuidando a una persona mayor, por las noches, en un hospital; una ocupación que había obtenido mediante el apoyo de la Delegación de Migraciones y otras redes de apoyo a personas “sin papeles”.
Una mañana, cuando se disponía a salir del hospital, fue abordado por dos mujeres, también inmigrantes latinas, que empezaron a llamar a los guardias de seguridad, diciendo que el joven las había agredido. Los de seguridad empezaron a pedirle la documentación y se disponían a llamar a la policía.
Casualmente, una persona de la Delegación de Migraciones, que iba a visitar a su madre ingresada en el hospital, vio la escena y reconoció al joven. Se acercó y dijo que ella daba fe de esa persona, que la conocía y era incapaz de hacer daño a nadie. Ante esta intervención le dejaron en paz.
¿Qué había detrás de esta actuación? Sencillamente las pequeñas mafias que tratan de controlar estos empleos. En concreto, en ese hospital, estas hermanas tenían a algunas personas que colocaban carteles de “se cuidan enfermos. Llamar a xxxxxxx” También se ocupaban de retirar carteles que colocaban otras personas. Una vez recibían las llamadas se ocupaban de comunicárselo a otras personas inmigrantes, a las que les cobraban una parte de los ingresos.
No quisiera quedarme en la superficie de este comportamiento, sin duda deleznable y que constituye una forma de explotación de los más débiles e indefensos. Me gustaría llamar la atención sobre las cegueras e indiferencias que lo hacen posible:
La administración, incapaz de detectar estas situaciones, o de no querer hacerlo, dado que le supone un ahorro: si el cuidado queda en manos privadas (familiares, o personas obligadas a trabajar en una forma de economía sumergida), son necesarias menas jornadas en el turno de noche.
Los propios trabajadores y trabajadoras de estos servicios sanitarios, que ven en esta práctica una forma de tener jornadas de trabajo más ligeras; se pueden despreocupar de los goteros, medicaciones, …. Aunque no se den cuenta que con su actuación están contribuyendo al desprestigio y privatización del servicio público de la salud.
La actuación de los sindicatos en la administración pública, que olvidan su carácter de sindicatos “sociales” y “políticos” y, por tanto, que se acción debe ir más allá que la defensa de intereses salariales y corporativos de los trabajadores que defienden, velando por que sea un servicio público que realmente funciones y dé el servicio público requerido por la sociedad, con los mejores niveles de calidad posible.
En esa lista de complicidades con esta situación no podemos olvidar esa cultura tan extendida entre los ciudadanos basad en ese individualismo que nos lleva a la búsqueda de respuestas individuales a nuestros problemas, rechazando la implicación en respuestas colectivas y solidarias.

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