“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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lunes, 8 de octubre de 2012

LA BÚSQUEDA DE UNA ALTERNATIVA HUMANISTA (y 3)

c) La necesidad de un movimiento alternativo

Pero, aunque se “movilizase” un sector considerable del pueblo, aunque ello provocase la realización de muchos estudios debidos a un nuevo interés por las alternativas, eso no bastaría. La realidad es que ni siquiera los mejores ideales y programas ejercen por sí mismos una influencia duradera sobre la persona, a menos que se le ofrezca una oportunidad de actuar, de participar y compartir ideas y propósitos con otros. Si se mueve verdaderamente a unos hombres y mujeres, formarán el núcleo de un “movimiento”, y este movimiento habrá de admitir, en grado diverso, que se coopere en ciertas acciones, se compartan sentimientos, ideas y esperanzas, se hagan sacrificios y se tenga, hasta cierto punto, una comunidad de símbolos y aun de ritos. 

Para ser eficaz, una idea tiene que encarnarse en el sentimiento y en la acción de un grupo. Las ideas que se han hecho influyentes fueron difundidas, como puede mostrarse, por pequeños grupos de adictos que impresionaron a otros por su entusiasmo, por su forma de vida, por sus ideas y porque el espíritu de estas ideas se manifestaba en la misma manera en que se constituían dichos grupos y en su modo de funcionamiento. (Propone algunos ejemplos como los esenios, los cristianos primitivos, los grupos monásticos, la Compañía de Jesús, los cuáqueros, los masones y los primeros grupos socialistas y anarquistas.)

Sugiere que quienes crean seriamente, jóvenes y adultos, en la necesidad de una alternativa se organicen en grupos. Resalta el valor y la función histórica de estos pequeños grupos: “Las pequeñas organizaciones, en apariencia impotentes, pero que están bien cohesionadas y tienen un espíritu propio, han resultado a la larga más eficaces para vencer el poder arbitrario que las mayores unidades militares, aunque sólo fuese por ser tan difíciles de manejar y abordar”.

Estos grupos debieran ser relativamente pequeños, grupos con no más de cien miembros cada uno. A fin de prevenir una jefatura demagógica y la formación de una ideología, no debiera haber una autoridad central que los dirija (en este sentido, los cuáqueros son un buen ejemplo). Deben tener una idea común, la de buscar la “alternativa humanista”, y deben discutir qué caminos hay hacia esta meta. 

Deben atravesar todas las confesiones religiosas y políticas y no deben poner como condición para pertenecer a ellos ninguna manera particular de ver las cosas. 

Los participantes deberían obligarse a llevar una vida que exija sacrificios. Son sugerencias en este sentido que los miembros se abstengan de satisfacer deseos de aparatos innecesarios y enajenantes, que contribuyan con el diez por ciento de sus ingresos para fines que promuevan los objetivos del movimiento, que se creen una nueva forma de vida, una forma de franqueza, veracidad y realismo, que dediquen parte de su tiempo al estudio y a la propagación activa de los objetivos del movimiento entre las personas con las que tengan relación social y con las que trabajen; que demuestren objetividad y falta de fanatismo y, a la vez, valor y firmeza en todos sus comportamientos. 

Esto quiere decir, por ejemplo, que hoy manifestarían, inequívocamente y de acuerdo con la conciencia de cada cual, su protesta contra la la política de recortes y la corrupción política; contra la agresión, la xenofobia o el racismo contra los inmigrantes ….

Deberían tener también siquiera un mínimo de símbolos y ritos comunes. Se nos ocurre que entre estas manifestaciones “rituales” podrían contarse unos períodos de silencio y meditación en común. Los miembros deben aplicar su vida a practicar la solidaridad y a superar el fanatismo y el egoísmo. Todas estas ideas no son más que ensayos de sugerencias para indicar solamente el tipo de actividad a la que me refiero. La elaboración de un programa detallado y válido para la vida de grupo debe ser materia de discusión seria y prolongada entre los que quieran participar. Se espera que estos grupos constituyan el núcleo activo de un movimiento, pero que atraigan a muchos simpatizantes, influidos por su dedicación y su seriedad, así como por sus sugerencias y propuestas concretas. Deberían unírseles algunos intelectuales mayores, pero no como “jefes”, y deben ser tan sensibles a la situación de los miembros jóvenes como éstos a los mayores con más experiencia.

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