Reproduzco a continuación este artículo de Enrique Tordesillas quue me parece muy apropiado para reflexionar el momento que vivimos, especialmente propenssos para dejarnos llevar por las reacciones primarias.
Ciertamente,
tal como anunciaron Rajoy y de Guindos, la reforma laboral aprobada por el
Gobierno es muy dura. No es la reforma equilibrada que decía la ministra de
Empleo y Seguridad Social, Fátima Bañez, ni la del empleo; tampoco es la
reforma de la flexibilidad sino de la desregulación. En la entrada, en la
salida y en la permanencia en el trabajo, la reforma solo consiste en dar más
poder a los empresarios, que implica un debilitamiento de la negociación
colectiva, esencial para buscar vías no traumáticas de adaptación a las
distintas coyunturas.
De la
llamada del Gobierno a los agentes sociales poco se puede esperar. Si hubiese
tenido voluntad de negociar los hubiese llamado antes de publicar el decreto y
hubiese respetado el acuerdo para la Negociación Colectiva firmados entre CEOE,
CCOO y UGT
Es evidente
que el movimiento sindical tiene que responder a la iniciativa del Gobierno
pero sería poco útil centrar el debate en torno a si hay que convocar o no una
Huelga General ahora. En primer lugar porque, aunque hay razones para hacerla,
la HG no es solo cuestión de razones, hay que valorar la capacidad de respuesta
de los trabajadores y el nivel de comprensión de la sociedad en general. Además
el movimiento sindical, sin renunciar a la Huelga General, tiene que buscar
nuevas formas de intervención, sostenidas en el tiempo, que faciliten la
participación de parados, jóvenes, precarios…
De entrada
la situación no es la mejor. Meses de bombardeo ideológico sobre la
inevitabilidad de la reforma, las presiones de Bruselas y el cambio de política
del PSOE, hace ahora casi dos años, han hecho que calara el desánimo y la
resignación en amplios sectores sociales, sin olvidar el miedo que generan el
paro y la inseguridad en el futuro.
Hay que
empezar a movilizar y ya tenemos dos convocatorias para los días 19 y 29, pero
la movilización más importante ahora consiste en hacer pedagogía, en explicar
las repercusiones de la reforma (a los trabajadores y al conjunto de la
ciudadanía) y las alternativas sindicales para salir de la crisis con un
reparto equilibrado de los costes, fortalecer la negociación colectiva para
hacer frente a los vaivenes de la economía y cambiar el modelo productivo
dominante en España. Paralelamente tenemos que ir retomando confianza en nuestras
fuerzas, sacudiéndonos el miedo de encima y pasando de la resignación a la
acción.
Con este
propósito CCOO y UGT tienen que hacer un gran esfuerzo, movilizar todos los
recursos disponibles para llegar a las empresas, los barrios, organizaciones
juveniles, partidos políticos, asociaciones, ONGs…, a la sociedad en general,
afectada por la revolución conservadora emprendida por el PP que también tiene
como objetivos debilitar el Estado del Bienestar y recortar derechos y
libertades.
Enrique Tordesillas. Artículo publicado en nuevatribuna.es.
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