“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

Páginas

jueves, 12 de enero de 2012

Posibilidad de una resistencia solidaria

No tenemos todavía el poder para construir una alternativa al sistema de mercado total, sin embargo tenemos la fuerza para construir una alternativa al espíritu del sistema. Vivimos en el sistema, pero podemos rechazar el espíritu, la lógica, la racionalidad del sistema. No se puede vivir fuera del sistema, puesto que la globalización lo integra todo, no obstante sí podemos vivir en contra del espíritu del sistema. El sistema de mercado total no es solamente lo que se ve y se toca. También existe dentro del sistema económico y político una dimensión cultural, ética y espiritual, que es parte constitutiva y esencial del mismo sistema. (...)
La globalización del mercado, con su espíritu neoliberal y su forma totalizante, excluyente de las mayorías y destructora de la naturaleza, tiene una cultura, una ética y una espiritualidad más de muerte que de vida. La solidaridad tiene la capacidad de construir dentro del sistema una resistencia cultural, ética y espiritual al propio sistema de mercado total. La solidaridad con la vida de los excluidos y con la naturaleza construye una cultura de vida, contra la cultura de muerte del sistema. Una ética de la vida contra la ética de muerte del sistema: una ética de la solidaridad contra una ética fundada sólo en los valores de eficiencia y competitividad del mercado; una ética donde la vida es absoluta, por encima de la ley.
La solidaridad cristiana, finalmente, vive la espiritualidad del Dios de la vida contra la idolatría de muerte del sistema de mercado total. El mercado, la ciencia y la tecnología, que en sí mismos son cosas positivas, se idolatrizan cuando se absolutizan y se presentan como sujetos, dioses o mesías que salvarían a la humanidad de todos los males, incluso de la muerte. Al transformarse el mercado en sujeto absoluto, los seres humanos quedan transformados en objetos sacrificables. El mercado decide en forma categórica quién va a vivir y quién debe morir. El sujeto creyente en el Dios de la vida, como el único absoluto, puede resistir la idolatría del mercado y ser solidario con sus víctimas: los excluidos y la naturaleza dañada. El sujeto creyente es el que oye el grito de los pobres y el grito de la tierra.
Pirro después de su gran victoria dijo: "otra victoria así y estoy perdido". También el sistema actual tuvo su victoria en 1989 con la caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín. Sin embargo esta victoria no le basta, quiere tener una segunda victoria: destruir toda resistencia al sistema; construir un sistema perfecto, que no pueda tener alternativas, una sociedad donde los excluidos no tengan esperanza. (...) Esta segunda victoria del sistema que busca la destrucción de toda posible esperanza, resistencia y solidaridad de los pobres y excluidos, puede ser el fin del sistema. Pero el problema es que también puede ser el fin de la humanidad.
El sistema está probando hasta dónde puede llegar en la construcción de un mundo globalizado, con un espíritu neoliberal, donde no exista ninguna alternativa, ninguna esperanza y ninguna utopía. Cuando se prueba la resistencia de una tabla de madera, el punto de resistencia se conoce en el momento cuando la tabla se rompe. El sistema igualmente sabrá hasta dónde puede llegar, cuando la hecatombe ya no tenga punto de regreso. De nada sirve conversar con un suicida cuando éste ya saltó por la ventana.

Extracto del artículo de Pablo Richard "Teología de la solidaridad en el contexto actual de economía neoliberal de libre mercado. Consultar texto completo

No hay comentarios:

Publicar un comentario