Artículo aparecido en "cronicasdelaemigracion" el día 2 de enero de 2012 y que, dado su interés para mostrar de dónde nace la riqueza de algunos, reproduzco,
Ahora ya no sé cuánto tarda un periodista medio en vivir con los
pantalones por los suelos, pero hace poco más de veinte años los
chavales que veía llegar a la redacción de un periódico de provincias
para hacer prácticas habrían dado media vida por teclear este titular:
“Zara, multada por esclavitud laboral en Brasil”. O este otro: “El
milagro estaba en los esclavos”, con el subtítulo “El Gobierno español
le permitió montar su imperio con miles de talleres gallegos sin
fiscalizar pero el de Brasil le impone una multa de 1,4 millones por
explotación laboral”. Por razones periodísticas, incluso antes que las
morales, los redactores aun sin pervertir tendrían claro que la empresa
ante la que más babea su redactor jefe, sobre la que pontifican en las
escuelas de negocios, y a la que se atribuye, literalmente, un “milagro
económico”, hace trampas, y la empresa de la que más alardean los
tertulianos españoles para lo bueno tiene que ocupar cinco columnas para
lo malo. Es más importante, por el espacio periodístico ocupado, que el
dueño de la empresa haya comprado un edificio en Madrid por 400
millones. Es 300 veces más caro que el castigo por llevar a seres
humanos a situaciones por las que el dueño de Zara, como cualquier padre
decente, habría de matar antes de ver en una hija suya. Con lo fácil
que es hoy esclavizar laboralmente a una persona en España, no me puedo
imaginar la situación de esos trabajadores de Brasil para que acabe
siendo rentable transportar la tela al otro lado del Atlántico y volver a
traerla en forma de chaqueta para venderla aquí.
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