“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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martes, 15 de noviembre de 2011

Golpes de estado financieros

El diccionario de uso del español, María Moliner, define “golpe de estado” como “acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército”. Y es que hasta ahora, a lo largo de la historia, han sido los ejércitos quiénes se han encargado de materializarlos.
Esta usurpación ilegal y violenta de los poderes democráticos de una nación surgidos de las urnas, pero esta vez por parte de los mercados financieros, con el apoyo de las instituciones internacionales, y con una nueva forma de violencia, la imposición de políticas de ajuste que empobrecen a los trabajadores y a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Estos golpes de estados, justificados por los grandes medios de comunicación y la cultura dominante, son un fenómeno que viene de largo, en concreto desde finales de los 80, donde el auge de las políticas neoliberales, de la mano de R. Reagan y M. Thatcher, uno de cuyos ejes básicos era la desregulación de los mercados, en particular de los financieros. Aquí encontramos una de las claves que posibilita que  los grandes grupos finacnieros fueran acumulando cada vez más poder, dando lugar a dos fenómenos que, aunque denunciados desde distintos ámbitos populares, es ahora cuando descubrimos con toda su gravedad: el progresivo secuestro de lo político por lo económico (nos repetían sin cesar que el mercado se autoregula, que el estado no debía interferir,...) y el pensamiento único (sólo había una visión de la realidad, la que favorecía los intereses del capital en el marco de la globalización).
Pensamiento único que, a fuerza de repetirse machaconamente, se ha convertido en la principal legitimación de esa violencia que sacude a Grecia, Italia, que amenaza a España y otros países  para imponber “gobiernos tecnocráticos” como solución a los problemas; hablando en plata: los principales responsables de la crisis, los poderes financieros, quieren gestionarla de forma todavía más favorable a sus intereses, y no les parece suficiente la sumisión que vienen manifestando los gobiernos europeos, sino que imponen a sus “hombres de confianza” (Lucas Papademos, en Grecia;  Mario Monti en Italia y Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo.  (Consultar el artículo “El ‘Inside Job’ europeo: la conexión Monti-Papademos-Draghi” para descubrir las conexiones entre los tres y los poderes financieros).  
La actuación de estos poderes está basada, por otra parte, en un “terrorismo psicológico, alimentado desde los medios de comunicación, propiedad y verdadero “ministerio de la propaganda” de estos poderes. Su actuación es suscitar el terror a fin de que trabajadores y ciudadanos acepten sus propuestas y medidas, aunque sea como “mal menor” para poder sobrevivir. Y ello se logra, por una parte, amenazando y poniendo realmente en peligro las condiciones básicas de supervivencia: trabajo, con la coacción del paro, la vivienda mediante embargos y desahucios, la falta de crédito, los recortes, el hambre, las permanentes amenazas sobre los elementos básicos el estado de bienestar (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales). Por otra, mediante la continua difusión de malas noticias, vinculadas a conceptos  económicos que apenas entendemos pero que se han hecho de uso y preocupación cotidiana, como por ejemplo impago de la deuda soberana, prima de riesgo, rescate de los bancos, agencias de “rating” con sus enigmáticas  calificaciones (AAA, Aa+…)
 Se trata de terrorismo sutil y anónimo, que todo lo impregna, con un mensaje inequívoco: hay que acatar las imposiciones del mercado. Una violencia que  ya está teniendo resultados, con la imposición de una nueva esclavitud, cuyo eje principal es el mercado de trabajo, y que está logrando eliminar la libertad, sin que apenas nos demos cuenta.
Los costes de la crisis, para trabajadores y ciudadanos están siendo más grave de lo que nos creíamos, y nuestras respuestas apenas existen. Habrá que entonar con fuerza y poner en práctica la primera estrofa de la internacional: arribas parias de la tierra, en pié famélica legión...

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