“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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jueves, 30 de septiembre de 2010

El grito

La burguesía española (y la mundial) con palabritas finas dijeron: “La huelga es inútil. No vais a conseguir nada”. Y al instante lo repitió la patronal, los periódicos, los partidos de la derecha (y alguno que se dice de izquierdas), las teles y las radios. Todos los servidores del sistema monótonamente repiten: “ Es inútil y nada vais a conseguir. El poder no os va a hacer ninguna concesión”.

Está claro: De un lado están los sindicatos y sus no muchos seguidores (en medio de un océano de indiferencia, complicidad, abulia, ignorancia, estupidez, resignación y miedo), y del otro están todos los poderosos, los ricos, los listos, los técnicos, los sabios, los buenos,.... Nada que hacer.

Ocurre que la huelga general no es un medio para alcanzar el poder, y casi no es un medio para oponerse el inmenso poder de los capitalistas y sus secuaces (su ejército, su policía, sus jueces, sus fábricas, sus cárceles, su propaganda, sus obispos, sus bancos, sus universidades, su ciencia, su OTAN, sus centros comerciales, su palabrería, sus embajadores, su Europa, sus multinacionales, SU DINERO.......)
Si la huelga fuera solo una lucha de poder, quizá tendrían razón.

Pero no. La huelga es ante todo el grito desesperado de los débiles, de los menos poderosos, contra la perversidad de un sistema que carga sobre los más pobres el coste de los abusos, los errores, la avaricia, la especulación, los pelotazos, la corrupción y la incompetencia de los ricos, de los poderosos, de todos ellos, sin excepción.

Fundamentalmente es eso, un grito, un grito que hace historia.
Juan García Caselles (viejo amigo al que tanto debo en la comprensión de la economía, el análisis de la realidad, ...)

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