“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Administrar el país como un hogar? Una pedagogía mentirosa.


Con frecuencia, los responsables del gobierno del PP, tratan de justificar sus medidas y recortes argumentando que no con la economía del estado ocurre como con la de un hogar. Que no se puede gastar más de lo que se tiene, y que sin unas cuentas equilibradas no es posible el crecimiento.
Se trata de una falacia económica, pero sobre todo de una manipulación que trata de utilizar la vida familiar como argumento para justificar lo injustificable. Si realmente se tratara de fijarse en la economía familiar lo primero que habría que decir es que la primera preocupación de cualquier padre o madre a cargo de una familia es garantizar la comida de sus hijos, aunque tengan que privarse ellos de su alimento. No he visto yo a ningún ministro o cargo político defensores de este tipo de política privarse ni renunciar a nada; ni siquiera comprometerse con un signo como sería cobrar el salario medio, intentar vivir algún mes con el salario mínimo…
Seguidamente, una vez garantizado el sustento cualquier familia que se precie trata de garantizar que todos sus miembros tengan ropa, zapatos,… que tengan cubiertas sus necesidades básicas, empezando por los que menos tienen. Y una vez cubiertas estas vienen otras necesidades elementales como la enseñanza, la salud… Y, sólo cuando se han cubierto las necesidades básicas, se puede permitir los lujos y caprichos…
Además, la familia trasmite una idea de relaciones fraternales y solidarias, en tanto que la sociedad no puede ocultar su carácter de clase, de división entre ricos y pobres, entre propietarios de los medios de producción, que deciden a quién contratan y a quién despiden.., y trabajadores que dependen de ese trabajo para poder sobrevivir, o de las redes del estado de bienestar, que el gobierno del PP se está encargando de adelgazar.
Utilizar esta metáfora de la familia para justificar sus tropelías constituye no sólo una mentira, sino que implica prostituir la familia, reduciéndola a una cooperativa de egoísmos, donde quien más puede arrampla con lo de todos. Es lo que hay, por más que se sigan presentando como defensores de la familia.

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