“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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martes, 27 de abril de 2010

Signos de muerte, signos de vida

Acabamos de dejar atrás un siglo que comenzó con el célebre exordio de la Crise de l´esprit -Nosotros, civilizaciones, ahora sabemos que somos mortales, escribía Paul Valéry-, y después de una travesía por genocidios terribles (campos de concentración, lanzamiento de la bomba atómica, guerras propiciadas por países ¿civilizados? como Vietnam, Balcanes, Iraq, en África, …) muchos todavía abiertos, concluyó con una clara perspectiva de destrucción del Planeta, gracias a la violencia económica sin límites del capitalismo.

El nuevo siglo no parece comenzar mejor, y los signos de muerte se multiplican: Los negros nubarrones de la crisis económica, uno de cuyos componentes fundamentales está siendo la crisis alimentaria, que ha disparado a cifras innombrables las muertes por hambre, están dejando paso a las peores pesadillas, pues ya se adivina una salida a la crisis, en la que no sólo no se están abordando los problemas de fondo que la generaron, sino que se están adoptando medidas que dejan patente que los poderes públicos se han rendido a las exigencias de los grandes conglomerados financiero-industriales-económicos que la causaron: no sólo se trasfieren enormes cantidades de dinero a esos entes, sino que cada vez más asumen sus puntos de vista (un caso paradigmático, en nuestro país, es que se ha comenzado a aceptar el debate en torno a las pensiones, el despido barato, … como causas de la crisis.

Lo grave es que una salida, desde esos presupuestos, va a dar lugar a una nueva forma de capitalismo, basada en esos potentes conglomerados financieros oligopólicos globales, que sobreviven y obtienen enormes beneficios gracias a un consumo cada vez mayor de fondos públicos (que se detraen de otros usos sociales) que convivirán con una multitud de empresas subordinas y precarizadas, dando lugar a un empeoramiento sostenido de las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras; a una sociedad cada vez más dualizada, en la que la contraparte serán unas élites económicas y políticas, y algunos estratos de tecnócratas, apoyados en una corrupción galopante. Sociedades que, despreocupadas por el bien común y necesidades concretas de la población y el medioambiente, se verán obligadas obligadas a recortar las libertades, recurriendo para ello a la represión.

Esa cultura de muerte, que parece va a verse reforzada con el tipo de salida a la crisis que se viene gestando, es ya una cultura profundamente asentada y consentida en nuestras sociedades: basta recordar que en nuestro mundo hiperdesarrollado, casi 30 millones de personas se encuentras sometidas en el mundo a trabajos forzados, ya sea por deuda, esclavitud doméstica, tráfico humano, explotación sexual, prostitución forzosa, trabajo infantil, venta de niños, matrimonios forzosos, venta de mujeres, formas de mendicidad, ... Una condición que afecta principalmente a África y Asia, pero que también está presente en los países “desarrollados”.

Este capitalismo de muerte ha conseguido crear una nueva clase de esclavos, a través del comercio de seres humanos: hombres y mujeres, de todas las edades y etnias, víctimas de la pobreza y, por consiguiente, de traficantes sin escrúpulos, dispuestos a poner a disposición de las empresas manos de obras barata, necesaria para seguir manteniendo sus beneficios.

Tras esta abundancia de signos y hechos de muerte, podemos adivinar algunas causas, como son la profunda crisis de la cultura capitalista, que está minando todos los fundamentos éticos; la persistencia de “estructura de pecado” (esas empresas dominantes y su lógica de la competencia, la acumulación, el beneficio,…) contrarias a la solidaridad y a la vida; una idea perversa de libertad, como libertad individual orientada a satisfacer “mis” necesidades a través del consumo (mercado), como colofón, un eclipse del sentido y la confianza en la propia persona.

Sin embargo, los signos de muerte no son la única realidad, ni tienen la última palabra. Existen signos de vida, aunque para ellos valga el dicho de “hace más ruido el árbol seco que cae, que el prado que crece”.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Por especificar quiero poner el ejemplo del coltan.

    El Coltan ese mineral tan apreciado que se emplea para fabricar misiles, bombas, telefonia....ese material el 80% se encuentra en el Congo(Africa) se obtiene a traves de procesos muy primitivos; se necesita manos diminutas para extraerlo y no dudan en emplear a niños de 4 años para estos fines. El Coltan se cotiza en los mercados a 500$ el Kilo ¿Cuanto recibira ese niño por extraer un Kilo? ¿Vivira para cobrarlo? ¿Que tenemos que hacer para parar esto? ¿Mirar a otro lado?.

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