“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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martes, 14 de junio de 2016

Campaña electoral. Temas de los que poco oirás hablar.

Tras el esperado, y fallido, debate electoral a cuatro (fallido por un formato encorsetado, sin apenas posibilidades para el debate y en el que, como comentó Cristina Almeida, los candidatos asemejaban opositores recitando su examen ante el tribunal) veo la necesidad de abordar “otros” temas, esos que no salen y sobre los que los candidatos guardan silencio, al igual que el Ebro a su paso por el Pilar.
El primer tema, comunicación y política, lo ponen sobre el tapete los trabajadores de Radio Televisión Española que aprovecharon el debate a cuatro, entre los candidatos a la presidencia del gobierno, para protestar contra la censura y la manipulación en los informativos.

Y no es de extrañar, pues a las tentaciones neoliberales del gobierno entre las que cabe señalar la tentación de imponer el poder económico sobre la decisión democrática -lo que solemos denunciar como secuestro de la política por los poderes económicos- y el intento de querer contrarrestar el carácter antipopular de las políticas de austeridad y recortes recogidas en sus programas neoliberales, a través de un férreo control de los medios, a fin de someterlos a su propaganda política, y que llega hasta querer aniquilar cualquier espacio de información y comunicación no sometido a los poderes dominantes. Eso es lo que se desprende, en el caso de España,  de la Ley mordaza y otras medidas en la misma dirección. A ello cabría añadir el recurso de determinados medios a la calumnia y el desprestigio que tratan de influir o condicionar el voto de los ciudadanos, desde unas clara voluntad de servir a determinados poderes e intereses de las elites dominantes.
Agudizando un poco más nuestra mirada, cabe señalar que a esos poderes no les basta con proteger sus intereses a través del control monopólico de los medios, sino que además ejercen una política activa para combatir cualquier atisbo democratizador de la información y la comunicación.

En el actual contexto social y político podemos hablar de un importante ataque al derecho a la información que tienen los ciudadanos, así como al de informar libremente que debe asistir a los periodistas. Recorte de derechos que, en el caso de la democracia española, todavía no están suficientemente asumidos y, en consecuencia, aceptamos con resignación y no los defendemos. Por ello, puede que a las razones anteriores debamos añadir una nueva, relacionada con la “herencia recibida”, en este caso de la dictadura, y según la cual el partido que gana las elecciones, ya sea a nivel nacional o autonómico,  parece seguir teniendo derecho a ejercer una especie de derecho de pernada sobre la televisión pública.

Entiendo que esta forma de ataque a la libertad de expresión y al derecho a la comunicación representa otra forma de corrupción, que agrava el estado de nuestras sociedades, afectadas por la metástasis que representa la corrupción económica.
Por ello, me resulta particularmente curioso que en debate de los candidatos a presidente, en el que alguno de ellos son tan proclives a utilizar la realidad venezolana, no hicieran referencia a dos países cercanos, sometidos a las presiones de ese tipo de dictadura mediática del que venimos hablando. Me refiero a Brasil y Argentina. En Brasil, donde acabamos de asistir a un golpe palaciego, propiciado por una connivencia de intereses de los poderes fácticos -empresariales, mediáticos, sectores judiciales, policiales- y de la derecha parlamentaria, con el obsceno silencio de nuestras autoridades, tan proclives a denunciar la violación de derechos humanos en otros países. Resultan especialmente significativos, en el contexto de nuestra reflexión, los intentos del presidente interino, Michel Temer, para cerrar el Ministerio de Cultura y para intervenir ilegalmente la Empresa Brasileña de Comunicación, organismo creado en 2007 para gestionar las emisoras públicas de radio y televisión. Más curioso es como se ha denominado a la campaña, acompasada desde los medios de comunicación, para este golpe: Partido de la Prensa Golpista.  


Por su parte, en Argentina, nada más ser elegido presidente Mauricio Macri decide, vía decreto ejecutivo, reformar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual a fin de proteger y privilegiar a los monopolios mediáticos que facilitaron su elección. Una ley que había sido aprobada en 2009 tras un laborioso proceso de participación ciudadana, con la participación de una multiplicidad de sectores sociales y políticos. Sin duda reformas que tratará de utilizar para ocultar su relación con los papeles de Panamá como titular de dos sociedades offshore en paraísos fiscales.


Bueno, sirvan estas reflexiones para alertar de las amenazas y peligros a los que deberá hacer frente cualquier intento de profundizar la democracia, de ampliar la participación y el control de poder político, pero también económico y financiero, por parte de los ciudadanos.  Sirva también para resaltar la importancia de la información y de la comunicación como cauces para lograrlo y, por ello, convertidos hoy en ámbitos en los que el conflicto socia se torna más arduo.

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