La primera impresión que dejan estas elecciones es realmente
triste: ha triunfado la connivencia con la corrupción. Desmoralización absoluta.
El bipartidismo sufre un claro retroceso, pero sigue sumando
una parte importante. Si exceptuamos lo grandes núcleos urbanos el bipartidismo
sería la norma; y si nos fijamos en la “España profunda” parecen mantenerse vivas las divisiones de la guerra civil.
La configuración de las cuatro primeras fuerzas, las del
bipartidismo y las emergentes, parecen dar lugar a una nueva versión de las dos
Españas; renovada, pero que marca una
fractura que el desarrollo democrático desde la transición, y las prácticas
políticas seguidas, no parecen haber sido suficiente para propiciarlo.
Foto Tomás Alonso |
No sé si estos miedos atávicos estarán en la base de que el
drama de los emigrantes y refugiados que están llamando a la puerta de Europa y
a la de España, y para los que estas elecciones podría decirse que han sido una
gran decepción.
Pienso en los % de jóvenes parados, en las personas desempleadas y sin prestaciones,en los trabajadores con empleo precario... y no veo que estas elecciones les vayan a aportar grandes cambios. Esperemos, al menos, que se rompa esa ley que venimos sufriendo de que la riqueza se reparte entre los ricos, y el paro, la pobreza y la miseria se reparte entre la mayoría de los trabajadores y sectores populares.
Merece una particular reflexión comparar los votos de las
elecciones autonómicas y generales en Catalunya, especialmente en Barcelona, y
el distinto comportamiento hacia Ciudadanos y Podemos en una y otra. También merece resaltar que Podemos haya
ganado en nº de votos en Euskadi. Parece que existen políticas no explotadas capaces
de respuestas a las necesidades de un estado plurinacional.
Los dos partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, no suman
juntos los votos del PP, a pesar de su importante irrupción numérica, que sin
duda está llamada a tener un peso mayor simbólica y renovadoramente.
El efecto Ciudadanos parece haberse disuelto en la medida en
que su rostro se ha aproximado más a la derecha que a su pretendida
centralidad.
Los resultados de Podemos refuerzan las experiencias de
cambio en las alcaldías y comunidades en las que entraron con aire fresco,
siendo capaces de superar las críticas y descalificaciones desde muchos puntos del
“establishment”. Habrá que ver si se trata de genes nuevos en la política capaz
de extenderse por el tejido español, regenerando todos aquellos genes tumorados
por la corrupción y el servilismo político a los grandes poderes financieros y
económicos.
Otra reflexión que debería realizar una determinada
izquierda es su sumisión a las “leyes de pureza”, que recuerdan más las prácticas
de los fariseos, pues dan la impresión de que piensan más en su propia
coherencia, en su respeto a los pretendidos dogmas y leyes de la izquierda, que
a las demandas y necesidades de la gente de a pie.
Como conclusiones, recordar que las elecciones no dejan de
tener una importancia relativa. Sería peligroso que se olvidara que lo
importante es la participación y el protagonismo de la sociedad civil, de los
movimientos sociales… esta es la única posibilidad de avance en la democracia
real. Sería sumamente peligroso creer que nuestra salvación depende del poder
político. No serán los poderosos quienes resuelvan nuestros problemas. No
podemos delegar nuestra responsabilidad en la construcción del bien común para
todos y cada uno de los ciudadanos de nuestro país, pero también del mundo.
Seguro que no son ni todos ni los más importantes temas, pero son los que afloran primariamente.
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