“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Gran Scala “a cascala”. Eurovegas, también



Recorro en esta entrada algunos de los pasajes de Gran Scala, y que vienen a mi memoria cada vez que los medios hablan de Eurovegas como la varita mágica para crear empleo, y citan a otro personaje peculiar y poco escrupuloso como Sheldon Adelson, magnate de casinos, tragaperras, hoteles y otros negocios de dudosa legalidad, que ya ha comenzado a subastar su negocio al mejor postor…
Nos vendieron Gran Scala como motor milagroso (por cierto, también trataron de vendernos un motor), un proyecto para levantar en el desierto de Los Monegros el segundo complejo de casinos más grande del mundo: 32 casinos, 70 hoteles, 6 parques temáticos, supermercados, restaurantes, puticlubs... Su traducción a términos económicos también deslumbraba: 17.000 millones de inversión, 60.000 puestos de trabajo, 600 millones de impuestos, etc. Se presentó a bombo y platillo, sobre la alfombra roja del Salón de la Corona, en la sede del Gobierno de Aragón, que firmó, el 12 de diciembre de 2007, un protocolo con la empresa promotora (ILD) para impulsar este proyecto.
 
 Se trataba de una idea abanderada fundamentalmente por el PAR, que la trajo de EE.UU. a través de su oscuro presidente y cacique turolense, José Ángel Biel, quien llegó a afirmar que era el proyecto más importante en Aragón desde los Reyes Católicos. Eso sí, conto con la anuencia del gobierno socialista, así como la del PP, que simplemente la utilizó para desgastar al gobierno socialista, sin oponerse realmente. Ambos dos subidos al carro del oportunismo.

La implicación política del gobierno de Aragón fue una constante: No sólo la firma del presidente (Marcelino Iglesias) en el protocolo; además el vicepresidente (José A. Biel) actuaba como portavoz y avalista de ILD, y el consejero de Industria, Comercio y Turismo (A. Aliaga) como agente inmobiliario de un montaje que cada vez resultaba más turbio, al tiempo que despedía aires de vodevil. Sin embargo resultaba imprescindible para llevar a cabo los cambios legislativos necesarios (se cambió la Ley del Juego para soslayar los “problemillas legales” que pudiera tener como lo calificó Biel.  En concreto se aprobó, con el apoyo de PSOE y PAR, y la abstención del PP, la Ley de Centros de Ocio de Alta Capacidad que, de haberse construido Gran Scala, se hubiese convertido en una “ciudad privada”, pues se le quitarían las competencias al ayuntamiento y sería gobernada por un consorcio que la gobernaría, con sus propias normas urbanísticas y un ordenamiento jurídico especial, lo que supondría que no tendrían que respetarse los derechos de los trabajadores, ni aplicarse la negociación colectiva, o fijarse sueldos por debajo del límite legal…); o para adoptar medidas administrativas necesarias (declaración de proyecto supramunicipal, que favorecía expropiaciones,…) y seguramente porque los promotores esperaban una mayor implicación (el regalo de los terrenos y su recalificación; utilizar la imagen del gobierno de Aragón para obtener fondos,…).

Esta implicación que era “engrasada” con viajes y fiestas para celebrar el negocio milagroso (la prensa citó estancias en lujosos hoteles de Paris…) tenía contrapartidas como la “ceguera” voluntaria y una enorme  falta de escrúpulos ante lo que ya eran evidencias manifiestas: la insolvencia económica de la empresa promotora, su insolvencia moral, y no sólo por el contenido del proyecto, sino sobre todo por el talante delictivo, cuasi mafioso, de sus directivos.

La estepa de Monegros se iba a convertir en 'Las Vegas' europeo para que millones de personas se dejasen la pasta entre ruletas y barajas, pero quedaba un paso, que iba a convertirse en uno de los episodios más escabrosos: la búsqueda de terrenos, mediante la cual se enfrentó a unos pueblos con otros, como ahora quiere hacer Eurovegas, prometiéndoles un futuro y esas oportunidades que tantas veces les han prometido. Finalmente, se eligió Ontiñena, un pueblo oscense, y se puso el ojo a algo más de mil hectáreas por las que iban a pagar unos siete millones de euros en cuatro plazos.

International Leisure Development (ILD)  pagó el primero, que ascendía a 1,2 millones, y luego solicitó un aplazamiento de los siguientes pagos hasta que encontrasen inversores. Pero fueron venciendo los plazos, sin que ILD los hiciera efectivo, hasta que el tinglado se desvaneció. Los agricultores de Ontiñena se quedan con sus tierras y con la primera paga. Son los únicos que han ganado algo en esta chapuza, y ello a costa de ver una vez más como sus sueños y esperanzas de un futuro para esta zona se frustraban. También ganan algo aquellas instituciones que apoyaron el no a este proyecto, defendiendo otros valores (desarrollo sostenible, desarrollo humano, dignidad de las personas…) sigan defendiéndolos y no dejar también en la estacada a las gentes de estas tierras monegrinas a las que José A. Labordeta dedicó estos versos: 

“Nada saben los pájaros de sombra. / Huyen, vuelan, posan su lentitud  / 
Sobre la clamorosa distancia del olvido.  /  Sólo el viento  /  Los devuelve a la vida.”

Por su parte, ningún político ha dado la cara por este fiasco. Ni PSOE ni PAR ni PP. Nadie quiere reconocer que hicieron el pardillo y se fiaron de una pandilla de mafiosos.  Gran Scala se fue a cascala. Esperemos que los territorios madrileños que esperan el milagro de Eurovegas tomen en cuenta las enseñanzas de esta nuestra historia reciente y actúen en consecuencia. Por mi parte, Gran Scala a cascala, eurovegas, también.

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