El Sindicato Andaluz de Trabajadores, en el marco de su
campaña de movilizaciones contra los recortes, organizo una "expropiación
alimentaria" en dos supermercados, consistente en cargar carros con
alimentos y artículos de primera necesidad para entregarlos a bancos de
alimentos de la zona; medida que consideran como un acto simbólico para llamar la
atención sobre lo que realmente está pasando en Andalucía, donde el 35 por
ciento de las familias de las grandes ciudades está por debajo del umbral de la
pobreza. Una acción que el SAT considera necesaria y que probablemente volverá
a repetirse, porque alguien tiene que hacer algo para que haya familias que
puedan comer todos los días.
Acción con la que se quiere significar que rescatar a las personas debe ser la prioridad en estos tiempos de
crisis. Evitar que las familias pierdan sus casas, darles vivienda de
inmediato a quienes la hayan perdido; evitar que se pierdan más empleos,
prohibir de inmediato los despidos y los cierres de empresas e impulsar
planes públicos de empleo; dejar de regalar dinero a los bancos, exigir
la devolución inmediata de todos los fondos públicos entregados y
nacionalizar la banca; bajar el IVA, subir los impuestos a los más
ricos, perseguir el fraude fiscal... y por supuesto, entregar
gratuitamente alimentos de primera necesidad a aquellas personas que no
tienen nada.
Tras esa acción el ministro del Interior, miembro numerario del Opus Dei, dió la
orden de detener a los activistas que participaron en la misma. Esta mañana nos
enteramos que han sido detenidos ya dos de las personas que participaron. Como
decía Alberto Garzón en twitter: “Qué rápido se actúa contra el débil cuando
hace algo para hablar del hambre”.
Según señala el sindicato, la orden y las detenciones se
produce debido a las presiones de Juan Roig (dueño de Mercadona) y de Ignacio
García Magarzo (presidente de ASEDAS, la patronal de las grandes superficies).
Así pues, el ministro se erige en defensor de la "santa" propiedad y
ordena el arresto sin siquiera haberse presentado aún denuncia y sin que un juez haya abierto diligencias. ¿No
era esto un Estado de Derecho con separación de poderes?
Señalar la gravedad de esta situación, especialmente en un
contexto en corrupción ante la que el gobierno permanece impasible (¿será
porque le salpica más de lo que pensamos?), y obstaculiza su investigación,
incluso castigando a los funcionarios que se han mostrado eficientes en sus
averiguaciones, como en Baleares; en el que los bancos han estafado millones de
euros, sin que se tomen medidas; en el que se ha engañado a los inversores con
operaciones como las preferentes que han resultado ser un robo… En un contexto
en el que se rescata a los bancos que han dejado ya a más de 300.000 familias
sin un hogar mediante desahucios inhumanos que se producen todos los días; se deja
en paro a cerca de seis millones de personas (un millón y medio en Andalucía),
muchos de los cuales no reciben ninguna prestación; se nos sube el IVA al mismo
tiempo que Rajoy aprueba una amnistía fiscal para los defraudadores; se les
regala decenas de miles de millones de euros de dinero público, dinero de todos
y de todas, a los bancos y siguen sin dar créditos a PYME's, autónomos y
particulares; se recortan derechos y prestaciones sociales como si fueran los
culpables de la crisis; se les quita la paga extra de navidad a los empleados y
empleadas públicos para darle a Bankia 23.465 millones de euros, el rescate
bancario más caro de la historia del Estado español...
La pregunta ante estos hechos es porqué el gobierno (los gobiernos)
tiene tanto miedo a este tipo de acciones. La clave está en que los poderes
tienen miedo a la libertad. Los poderes nos quieren siervos del poder, del
dinero, del sistema de algún dios o ídolo.
La
libertad, en un contesto de desigualdades e injusticia, apuesta por la
integración y no la división, es una libertad para el servicio, dirigida a abolir
cualquier género de dominio, de autoritarismo déspota, del poder explotador. La
verdadera libertad es una libertad al servicio de la fraternidad universal.
Los cristianos encontramos en Cristo el símbolo de esa
libertad, pues la suya fue una
libertad, que no es huida, ni evasión, sino una libertad que conduce a la
encarnación solidaria, a hacerse siervo y mártir por el pueblo. Una libertad,
que lleva a morir, como el grano de trigo, para que nazca la comunidad fraterna.
Una libertad rebelde que asume los
conflictos y las contradicciones del hombre viejo, autosuficiente.
Esta
libertad tiene consecuencias. Así, en Cristo crucificado descubrimos la
reacción de los poderes y la suerte que puede correr quien asuma esa libertad
radical. En Cristo resucitado se nos revela el sentido profundo de la libertad:
la vida plena para todos. También en la vida y obra de Jesús descubrimos el camino
que hace posible esa libertad: la pobreza evangélica; el desprendimiento
voluntario de las ataduras que nos impiden llevar adelante ese Proyecto de
Liberación, que nosotros llamamos Reino de Dios.
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