Pedro Miguel Lamet: En su último número la revista El Ciervo me ha preguntado sobre qué pienso que haría Jesús si viniera hoy.Esta es mi respuesta.
Cuando salió de la estación del Metro, la plaza estaba abarrotada por
una gran multitud que quería verle y escucharle. Se subían a las
farolas y encima de los coches. En su mayoría eran parados, inmigrantes y
marginados de toda clase, edad y condición, que se abalanzaban sobre él
con súplicas y lamentos.
—¡Mira, Maestro, cómo estamos. Ni uno de la familia tiene trabajo!
—Ayúdame, Jesús. Estoy sin papeles —le gritó un joven negro
—¡Te necesito! -exclamó una mujer de la calle.
Los discípulos tenían que apartar a la gente y abrirle camino hasta
un parque cercano, donde mandó a todos sentarse en el suelo. Y les habló
de esta manera:
“Venid a mi todos los que estáis angustiados y sobrecargados con la
crisis, soledad y falta de sentido en la vida, porque yo os aliviaré,
que soy manso y humilde de corazón. No temáis, porque en mi reino los
últimos son los primeros y los primeros últimos. No hagáis como los
políticos que os engañan como encantadores de serpientes, mienten para
ganar las elecciones, os prometen quitaros los impuestos, y en cuanto
están en el poder recortan vuestro sueldo y os cargan con pesos
insoportables.
“Tampoco os fieis de tantos predicadores que dicen hablar en mi
nombre y no cumplen lo que proclaman o convierten sus iglesias en guetos
exclusivos, reducen la religión a un montón de normas, y se olvidan del
corazón del hombre, mi verdadero templo.
No hagáis como los banqueros que especulan con el dinero de los
pobres y, después de haberles cobrado por un piso durante toda la vida ,
cuando vienen las vacas flacas y les es imposible seguir pagando, se
quedan con lo cobrado y con el piso. Ni como los corruptos de la
Administración que, después de elegidos para servir al pueblo, se
apropian del dinero público en propio beneficio.
Vosotros no pongáis vuestro corazón en el dinero, ni en la cuenta
corriente, ni en los bonos del Estado o vuestro plan de pensiones, sino
en ese tesoro escondido y la piedra preciosa que nadie os puede arrancar
ni robar. Amad a vuestros enemigos y luchad por la paz y la justicia en
el mundo. Ser auténticos hoy día supone llevar una gran cruz. Pero no
os preocupéis, que yo la he vivido primero y camino codo con codo a
vuestro lado.
Luchad por la conservación de este planeta que mi Padre sembró de
ríos, mares, montañas, flores, frutos y animales, y ahora lo estáis
convirtiendo en un lodazal .
Repartíos y multiplicad equitativamente los bienes de esta Tierra
como yo hice con los panes y los peces. Cambiad vuestro concepto de
“realización” o “felicidad”, que está no el poder, la fama y el éxito,
sino en el despertar por dentro, en el “ser” y no en el poseer.
No aplastéis a las mujeres ni explotéis a los niños, pues yo me rodeé
de ellos. Amaos los unos a los otros y buscad el reino de Dios y su
justicia, que lo demás se os dará por añadidura”.
Así dijo. La gente empezó a aplaudir y cantar. Pero de pronto se
presentaron los antidisturbios alegando que aquella manifestación era
ilegal, y porque alguien había soplado que era una concentración de
indignados, antisistemas o inmigrantes sin papeles.
Cuando iban a detenerle, Jesús se escabulló entre la multitud.
Alguien comentó:
—Habla como quien tiene autoridad.
Pedro Miguel Lamet
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