El gobierno del PP viene insistiendo en que toma medidas y
realiza recortes, que contradicen permanentemente su programa y sus promesas,
en aras a generar confianza en los mercados. Será bueno, pues, repensar qué es
lo que puede generar confianza y qué no. Para ello, un sencillo ejercicio nos
ayudará. Pensemos en qué personas son las que nos generan confianza: las
aduladoras, las que se arrodillan mostrando su servilismo,… o aquellas que
otras con dignidad y principios que, aunque no acabemos de compartir, los mantienen con coherencia.
Sin duda la confianza está vinculada a principios y
coherencia, cosa que no descubrimos en el actual gobierno que ya ha anunciado
que cada viernes ofrecerá sacrificios al dios mercado desde su altar del
consejo de ministros, donde se recluye y aísla de las demandas populares en la
calle.
El servilismo, en
esta dinámica idolátrica, no es sino signo de debilidad, y los lobos han
percibido la debilidad y huelen el miedo de un gobierno sin principios ni
valores, por tanto no va a dejar de dirigir sus mordiscos a la yugular, de
exigir más y más sacrificios, al tiempo que aumenta su desprecio hacia unos
gobernantes que sólo se preocupan de mantenerse en el poder, y esperar a ver si
escampa y pueden recoger los frutos de un crecimiento que, en algún momento
volverá. Tal vez esperan en que ha llevamos bastante tiempo de crisis y, en el
periodo de su mandato, se vislumbren signos de recuperación que les permita
utilizarlos electoralmente. Mientras tanto, se sirven de los errores y la falta
de visión acerca de la profundidad de la crisis del anterior gobierno para
justificarse: eso sí, sin el menor remordimiento de haber colaborado hasta la
extenuación en deteriorar esa confianza que ahora reclaman, sin el menor asomo
de culpabilidad con el auge del neoliberalismo que ahora nos arrasa.
Mientras, bajo esa piel de siervo dócil, comienzan a
reclamar su protagonismo las fuerzas más reaccionarias del PP, a cambio de
justificar esos sacrificios inútiles, pero que tanto dolor causa. Los amantes
del autoritarismo, de la represión de la xenofobia… como deben sentirse de
orgullosos suspendiendo el tratado de Schengen, la represión de los movimientos
de protesta,… Medidas que no son coyunturales, sino expresión de ese franquismo
subyacente en el PP, que si bien impide el surgimiento de una organización
ultraderechista en España, no lo echan de menos ya que tienen una plataforma
para ejercer sus planteamientos.
Un gobierno sin dignidad ni principios, ebrio de poder, que
nos ha sumido en un laberinto sin fin que cada vez nos hunde más hacia los
infiernos del paro, la precariedad, la pobreza… Un precio que según ellos hay
que pagar para recuperar la senda del crecimiento.
Alguien puede confiar en quien maltrata a sus hijos, a su
pareja, a sus vecinos… y dice que es necesario para construir una convivencia
más justa, solidaria y humana…