“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

Páginas

jueves, 3 de junio de 2010

El valor simbólico de las medidas del Gobierno (v)

ALGUNAS CLAVES DE LECTURA CRISTIANA

Tres ejes van a centrar estas claves de lectura cristiana de la crisis y que tienen como objetivo establecer un pequeño marco que nos permita elaborar criterios para la búsqueda de alternativas en nuestros ámbitos de trabajo y compromiso, en coherencia con los valores humanistas y cristianos.

El primero tiene que ver con la comprensión de la crisis como ocasión para repensar nuestro modelo de desarrollo y de bienestar "que no es justo ni sostenible, que no tiene sentido, que no tiene futuro".En ese sentido, la Crisis es tiempo de esperanzas y alternativas y , desde una perspectiva cristiana, se convierte en “signo de los tiempos”, esto es, llamada de Dios a una conversión que nos permita avanzar en la dirección del Reino de Dios.

El segundo, el convencimiento de que para salir de la crisis de manera satisfactoria es necesario el esfuerzo y la participación de todos, aportando lo mejor de cada uno; convencimiento que no ignora que los graves problemas que ha engendrado la crisis no los puede a solucionar sólo la economía, ya que superarlos va a requerir elevados costes. Ello hace necesario poner en juego la conciencia moral-social y la búsqueda de nuevos modelos de persona y de sociedad; pues en este terreno de los sacrificios casi nadie quiere ceder y aportar el suyo propio. Esta moral no actúa sobre las leyes internas de la economía, pero sí sobre los valores que la orientan. No es lo mismo una economía que responde a un modelo individualista, insolidario, que busca el máximo beneficio individual, que otra guiada por una actitud solidaria en busca del máximo beneficio colectivo, que pone a la persona con sus necesidades por encima del capital. Además, desde un punto de vista moral. los esfuerzos, para ser justos, deberían ser proporcional, pidiendo mayores sacrificios a quienes más tienen

Por eso, es necesaria una llamada a todas las personas, y a los trabajadores en particular, para no dejarse engañar ni seducir por la tentación de creer que si se logra relanzar la economía, quedará arreglado el problema de la crisis y el problema del paro. Dicho de otra manera, a no confiar en que los que tienen poder son los únicos que pueden enderezar la economía, y que esa es la única manera de solucionar nuestro problema y nuestros males. Resulta obvio que si no se supera la crisis económica, no hay perspectiva de solución para el paro. Pero también es cierto que, si se relanza la economía, no por eso y sin más van a ver solucionado su drama los parados; la experiencia nos dice que dentro del sistema económico vigente los sectores más débiles han sido siempre los que han pagado los costes de la salida de la crisis.

El tercero, la necesidad de ubicar la economía, la empresa y la ganancia en su lugar apropiado, como única posibilidad de asegurar un funcionamiento adecuado de la economía. En ese sentido cabe señalar que es un grave error verlas como realidades esencial y principalmente económicas, pues no dejan de ser realidades fruto de conductas humanas libres y, por tanto, moralmente responsables. Además de los aspectos económicos, la empresa y la ganancia tienen su punto de referencia en un contexto antropológico: La centralidad y la totalidad de la persona que es, la primicia de trabajo sobre capital. . La posición central del trabajo significa la posición central del hombre y de la mujer en el lugar del trabajo, es decir, la convicción de que el trabajo se convierte en lo que es, por “quien lo hace” y no por “lo que se hace”.

“El trabajo, por su carácter subjetivo o personal, es superior a cualquier otro factor de producción. Este principio vale, en particular, con respeto al capital”. (Compendio DSI, nº 276, ver también 276-280)

Conviene señalar que los valores morales, como las responsabilidad social, solidaridad, justicia, el sentido del bien común, cuidado al medio ambiente, respeto a los derechos humanos, valoración del capital humano, no son “antieconómicos”, enemigos de la actividad empresarial, sino una ayuda imprescindible para su buen desarrollo. Por el contrario, la amoralidad, o peor aún, la inmoralidad en los asuntos económicos no ayuda a los negocios, al contrario los socava, como bien lo demuestran los escándalos y fallas estamos padeciendo. Lo condenable es la “idolatría del mercado y las ganancias” como anti-religiosas, inhumanas y socialmente insostenibles.

La relación entre trabajo y capital presenta, a menudo, los rasgos del conflicto, que adquiere caracteres nuevos con los cambios en el contexto social y económico. (…) Actualmente, el conflicto presenta aspectos nuevos y, tal vez, más preocupantes: los progresos científicos y tecnológicos y la mundialización de los mercados, de por sí fuente de desarrollo y de progreso, exponen a los trabajadores al riesgo de ser explotados por los engranajes de la economía y por la búsqueda desenfrenada de productividad. (Compendio DSI, 279)

Una de las formas de aprovechar la crisis como oportunidad es la de situar el mercado y las ganancias en su justo término, valorando sus aspectos y funciones positivas. En ese sentido tenemos que afirmar, cómo hace el Compendio en los números citados, que una empresa es antes que nada una “sociedad de personas” y que el objetivo principal de una empresa es garantizar la existencia de esta “sociedad”. También lo es a la hora de adoptar medidas o tomar decisiones. Se suele decir que la única manera de que baje el paro es que los empresarios ganen dinero: ¿qué significa? ¿Que hay que asegurarles pingües beneficios para ver si se deciden a invertir, en unos momentos en los que mucha gente lucha para subsistir? No cabe duda que la empresa tiene que ser rentable económicamente para ser viable. Pero este “incentivo” lógico, ¿tiene que ser necesariamente beneficios económicos muy rentables? ¿No sería suficiente incentivo, garantizando la viabilidad económica, el apoyo solidario a aquellos sectores más débiles?.

Desde estas claves básicas, constatar la gran incapacidad de los dirigentes mundiales para percibir la magnitud de la crisis, y que se manifiesta en su obsesión por paliar los efectos negativos para las grandes empresas financieras y bancarias, en lugar de abordar sus causas (no se penalizan las transacciones financieras especulativas, no se controlan los productos financieros concebidos para dañar a la economía real, no se actúa contra los paraísos fiscales,…).

Hoy todo el mundo reconoce que una causa profunda de la crisis ha sido la búsqueda en la actividad económica y financiera de un beneficio injusto y radicalmente abusivo, que merece una denuncia moral, a la vista de sus consecuencias sociales, una exigencia de responsabilidad a lo principales causantes, y una acción urgente para introducir medidas correctivas:

"Los tratantes, cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Éste les es imputable" (Catecismo de la Iglesia Católica, 2269)

Respecto a las finanzas, no podemos olvidar que una de las dimensiones esenciales de la crisis es la financiera. De los recursos financieros hemos afirmar lo mismo que decimos del capital como factor de producción: en primer lugar, que siempre deben tener una dimensión social y se deben buscar y disponer de ellos, mirando el bien común; además, que su finalidad no es otra que servir a la producción de bienes reales; y que, en definitiva, en el proceso de producción, se deben subordinar, como instrumento que son, al trabajo o "factor humano", que es la causa primera de la producción (Ver Juan Pablo II, Laborem exercens, 12).

Esa falta de lucidez y de voluntad política subyace también en las medidas anunciadas por el Presidente Zapatero el pasado 12 de mayo, fecha que podemos considerar, desde el punto de vista del mundo obrero, como “miércoles negro”.

Por eso frente a las medidas adoptadas, y desde el convencimiento de que aún es tiempo de esperanzas y alternativas, de que es necesaria la participación de todos en la salida a la crisis, señalamos algunos criterios para esa alternativa:

  • Iniciar un proceso de sanación de una democracia gravemente enferma, y que ha de venir desde la solidaridad, la justicia, la libertad y la verdad; particularmente urgente resulta la necesidad de trabajar por lograr una conciencia que la posibilite.
  • Regular y controlar los poderes financieros y económicos. “Cuanto mayores niveles de complejidad organizativa y funcional alcanza el sistema económico-financiero mundial, tanto más prioritaria se presenta la tarea de regular (democráticamente) dichos procesos, orientándolos a la consecución del bien común de la familia humana”. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 371).
  • La situación de paro y empobrecimiento de amplios sectores está exigiendo, frente a las medidas adoptadas, un empleo lúcido y sensato de los recursos de que se disponen, por ejemplo, mediante la decisión firme de cortar drásticamente el despilfarro, de controlar y replantear los sueldos excesivos del mundo económico, político y social; de limitar significativamente sus viajes, protocolos.
  • Desde un punto de vista ético y democrático es necesario reconocer que el dinero no es del Gobierno, sino de los ciudadanos y, en consecuencia, se ha de distribuir atendiendo, en primer lugar, los derechos más básicos; los derechos “primarios” deben serlo también a la hora de distribuir los recursos.
  • Lograrlo implica avanzar en el control de los presupuestos por parte de los ciudadanos, y no sólo por el Parlamento; control que se fundamente en el hecho de que la voluntad del pueblo es la depositaria de la soberanía nacional y de la que emanan los poderes del Estado (CE, preámbulo y art. 1, 2).
  • La crisis de valores y la carencia de liderazgo moral que se viene observando en todos los niveles del quehacer humano (social, económico, político) está planteando la necesidad de una ética pública y de un “liderazgo moral”, único camino para superar esa creciente falta de confianza y de esperanza en los líderes, las instituciones, …
  • En estos tiempos de globalización resulta inevitable la necesidad de un gran sentido de solidaridad en la convivencia humana; de unidad en la diversidad.

Hay que ser conscientes de que acertar en las soluciones a una crisis grave y compleja no es tarea fácil, pero lo que no se perdonaría es la continuidad, bajo otras formas, de la misma corrupción, la tolerancia y connivencia de los políticos, de los líderes económicos, y la insolidaridad en la vida pública del país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario