Produce una profunda tristeza observar la vileza moral
de nuestros políticos, en especial de los del PP, cuando ven que pueden perder
parte del poder que ha acumulado en base a la mentira y la corrupción.
La batalla por el ayuntamiento de Madrid se ha
convertido en símbolo de esta miseria: la candidata del PP, que no ha dado
explicaciones de su acceso a la comunidad de Madrid después de un escandaloso
caso de compra de votos, con un trasfondo de turbios negocios inmobiliarios,
digno de las mejoras tramas de la camorra; tampoco de la corrupción que está salpicando a sus colaboradores más cercanos,
ni los contratos del gobierno de la comisión con hedor a podrido…
Y revestida de este largo traje de podredumbre, se
permite descalificar a la candidata de ahora Madrid, primero recurriendo a la
estrategia clásica del PP para justificar la corrupción: que salpica a todos,
que todos son iguales… Comportamientos que dejan al descubierto la catadura
moral de este tipo de personajes, que hace tanto tiempo que vendieron su alma
al dios del dinero y del poder, que no les queda rastro de conciencia ni de
vergüenza. Esa es la vieja política y la casta que, ciertamente, no afecta sólo
al PP, pero sin duda es este partido el que está en las clampions league de la descomposición democrática del país.
Pero no sólo es sepulcro blanqueado de la corrupción. También
presume de espíritu democrático, después de haber visto como desde su puesto de
presidenta del PP madrileño impone candidatos en ayuntamientos, en una trama de
clientelismo político que apunta a la perpetuación de los hilos de la corrupción
y de financiación ilegal.
Para poner la guinda sobre tanta putrefacción, trata de
arañar votos recurriendo al terrorismo, sin importarle la mentira y la descalificación
sin fundamento, No se trata de una lid de ideas, algunos están convirtiendo la
campaña política en un estercolero, que es el único medio en que parecen saber
moverse, aunque presuman de títulos nobiliarios,
Pero Esperanza Aguirre es el paradigma del PP; no se diferencia
mucho de Aznar, Rajoy u otros líderes y de sus tramas de financiación, de la utilización
de la contratación pública para su beneficio, personal o de partido…
Pero con todo lo que me repongan este tipo d prácticas
políticas, hay algo que me duele todavía más: el que millones de españoles y
españolas estén dispuestos a darles su voto y permitirles que sigan con estas
prácticas; que rían sus descalificaciones y gracias. Junto a ese dolor, la
visión de una sociedad en descomposición. No obstante, no pierdo la esperanza; pienso
que son los dolores de parto para que emerja una sociedad nueva y distinta; veo
en tanto dolor los últimos coletazos de un monstruo que parece agonizar, aunque
sigue provocando víctimas.
En fin, un desahogo mental ante tanta basura electoral,
tanta mentira, tantas actitudes de lo que no es ni debe ser la política.
Cierto, también va entrando aire fresco y se respiran ráfagas de otros vientos
más sanos, pero de momento no son capaces de arrastras tanta contaminación
acumulada que sigue asfixiándonos, con la bendición de muchos de nuestros
conciudadanos.
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