Señor,
estos días,
una parte del pueblo, un pequeño resto de Israel,
se ha puesto
en marcha, de nuevo rumbo a la tierra prometida.
Un pueblo
solo y abandonado, corruptos empeñados en lavar su imagen;
por nuevos
fariseos, sindicalistas de hoy, aferrados a su silla
buscando recoger
las migajas de un sistema en descomposición;
por la
jerarquía y el clero, ocupadas en sus rezos,
tratando de
fabricar imágenes de dioses que consuelen…
Un pueblo en
marcha Señor, solo,
acompañado
de pequeños profetas, perseguidos, denigrados, condenados;
un pueblo de
siervos inútiles, expulsado de las fábricas y de los talleres,
de las
minas, de los campos de la mar, de los hospitales, de las escuelas…;
un pueblo
transfigurado en tú imagen, reveladora de amor y misericordia.
Un pueblo,
Señor, en marcha, porque que nos han robado nuestros sentimientos y emociones
nos quieran
cuerpos dóciles, privados de toda libertad que no se al de mercado,
de toda
elección que no sea la que ya han hecho autoridades y poderosos;
Un pueblo
Señor exiliado en ciudades supervigiladas,
privados de toda
intimidad y libertad; ¡tu pueblo está preso bajo un régimen policial!
y tu rostro
maternal y amorosos, ha sido sustituido por el miedo al gran hermano.
Un pueblo
Señor, cuyos hijos son controlados y disciplinados,
en
universidades y escuelas que reproducen esclavos castrados en su conciencia;
un pueblo
ultrajado, señor, en modernos lugares de trabajo,
un pueblo
anestesiado y drogado,
predispuesto
a aceptar malas condiciones y bajos salarios;
manipulado
con los avances de la ciencia, moldeado como autómatas,
resignados
al aburrimiento y al tedio.
Un pueblo,
Señor, de mujeres maltratadas y violadas,
a las que se
les sigue negando su autonomía y libertad, la diferencia en la igualdad.
un pueblo de
emigrantes convertidos en chivos expiatorios,
arrojados
sin alma a los píes de los caballos.
Pero hoy
Señor, este pueblo está en marcha
y seguro que
a pesar del bullicio de los medios y la ciudad
sus gritos
se alzan hasta tus oídos, ¡acógelos señor, en ti infinita misericordia!
y regálanos
tu mirada bondadosa, la única capaz de restañar tantas herdidas,
la única de
recrear nuestra vida y libertad.