“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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jueves, 11 de agosto de 2011

Inglaterra, de nuevo a la cabeza.


Recordamos que en Europa los ataques del neoliberalismo comenzaron en Inglaterra con Margaret Thatcher, ahora asistimos a sus consecuencias más claras, también en Inglaterra. En efecto, las revueltas que estos días protagonizan los jóvenes ingleses, y que a menudo toman una forma de  violencia extrema, aunque condenables, no dejan de ser un producto directo del sistema capitalista, especialmente de una inseguridad y precariedad crecientes, conscientemente provocadas para favorecer los beneficios empresariales, pero que ahora muestra sus verdaderos efectos sociales: una juventud sometida a un galopante proceso de marginación y víctima de un nivel de alienación sin precedentes, que se convierten en acicate para lanzar a una protesta desesperada a estos jóvenes: una situación prerrevolucionaria sin proyecto de revolución que hace que se revuelvan contra la hipocresía social.
Esclarecedora resulta también las explicaciones de la derecha inglesa en el poder: vamos, que en otras palabras les están aplicando a los jóvenes la ley de vagos y maleantes de la dictadura franquista; con detenciones masivas, acusaciones de desviación social,... y sobre todo mano dura: represión, recortes de libertades, incluidas unas redes sociales que se están mostrando peligrosas para el poder. Ahí tenemos el ejemplo de lo que cabe esperar de las derechas autoritarias gestionando la crisis.
Encontrar explicaciones a este tipo de cólera, de lucha desesperada no es tarea fácil. Podemos señalar s unas de largo plazo: el individualismo feroz del neoliberalismo, la competitividad y la competencia como motor de progreso en la escala social, el ataque feroz a lo comunitario, lo social,... En el corto plazo encontramos otros factores como la brutalidad policial, la reducción masiva de gastos para la juventud así como de otros servicios y, en todo momento,  una frustración general respecto a un futuro que ofrece muy pocas perspectivas. En cualquier caso, no cabe duda de que nos encontramos con los síntomas más claro de la descomposición del sistema.
El mapa de la protesta social se complejiza y se completa: la primavera árabe, los indignados en Europa, el 15M en España, el movimientos de Democracia Real Ya, ...movimientos que, aunque aparentemente puedan ser muy distintos, no dejan de ser hijos de una misma aspiración por un mundo mejor... 
A ver si somos capaces de navegar en este río revuelto sin perder el norte liberador. 

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