“Pues, conforme a esta consideración, sube tu agora,
hermano, a este mesmo monte y extiende un poco los ojos por las plazas,
por los palacios, por las audiencias y por las oficinas del mundo, y verás ahí
tantas maneras de pecados, tantas mentiras, tantas calumnias, tantos engaños,
tantos perjurios, tantos robos, tantas invidias, tantas lisonjas, tanta vanidad
y, sobre todo, tanto olvido de Dios y tanto menosprecio de la propia salud, que
no podrás dejar de maravillarte y quedar atónito al ver tanto mal. Verás
la mayor parte de los hombres vivir como bestias brutas, siguiendo el ímpetu de
sus pasiones, sin tener cuenta con ley de justicia ni de razón más que la
tendrían unos gentiles, que ningún conoscimiento tienen de Dios, ni piensan que
hay más que nacer y morir. Verás maltratados los inocentes, perdonados
los culpados, menos preciados los buenos, honrados los culpados, menospreciados
los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes
abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud. Verás
vendidas las leyes, despreciada la verdad, perdida la vergüenza, estragadas las
artes, adulterados los oficios y corrompidos en muy gran parte los Estados.
Verás a muchos perversos y merecedores de grandes castigos, los cuales, con hurtos,
con engaños y con otras malas maneras, vinieron a tener grandes riquezas, y a
ser alabados y temidos de todos. Y verás, así a éstos como a otros, que
apenas tienen más que la figura de hombres, puestos en grandes oficios y
dignidades. Y, finalmente, verás, en el mundo, amado y adorado el dinero más
que Dios, y muy gran parte de las leyes divinas y humanas, corrompidas por él;
y en muchos lugares no queda ya de la justicia más que sólo el nombre della.”
Fray Luis de Granada. Guía de Pecadores