Esperemos que no sean las que decía el humorista, las del
tren que va a arrollarnos.
Si miramos la realidad, y nos fijamos en las políticas que
se vienen adoptando, fácilmente podemos deducir que nos encontramos en una
situación fuera de control y con unas perspectivas poco propicias; la extensión
de la primavera árabe y de los movimientos indignados son un síntoma, que unido
a datos macroeconómicos como la desaceleración de la economía china, las
turbulencias monetarias que afectan a las monedas de los países emergentes (India,
Brasil, Indonesia y Turquía…) la falta de perspectiva de crecimiento en la zona
euro, las caídas bursátiles….
Los dioses del crecimiento en que han depositado su fe
nuestros político, a pesar de los constantes sacrificios humanos que les ofrecen,
no acaban de sonreírnos ni favorecernos. Y aunque lo saben, no dejan de repetir
algunos mantras en tanto esperan los favores de sus dioses: al final habrá
crecimiento, estamos tocando fondo…
Pero la cosa no tiene visos de arreglo, y lo deja clara su incapacidad
(mejor aún, su negativa interesada) para solucionar la situación a que nos han
arrastrado en su búsqueda de propiciar el máximo beneficio a los grandes grupos
empresariales y financieros, lo que a su
vez está retroalimentando la corrupción mediante una cadena de favores entre
elites, que todavía os empobrece más a los ciudadanos.
En este contexto tenemos que entender el pacto suscrito esta
semana por algunos partidos parlamentarios españoles: manifestar claramente la
impotencia y volver a una especie de políticas de “stop and go”, de “arre y so”,
de austeridad y pequeños estímulos. Lo que traducido a términos claros es una
política de cuidados paliativos, que acabará asfixiándonos. Se trata de seguir
con las políticas de recortes y privatizaciones al servicio de los grandes
capitales, salteada con algún pequeño giño a los grandes y graves problemas que
están acabando con la esperanza y la vida de los ciudadanos: el paro juvenil,
la asfixia financiera de las pymes… Eso sí, dopaje analgésico que se receta
tras constatar como esos grandes partidos se ven salpicados por sus propias
recetas: constante pérdida de votos en las encuetas de opinión, creciente
desafección de los ciudadanos… Y ante esto es lo que reaccionan.
Cuidados paliativos, además, porque en ningún caso pretenden
abordar ninguno de los graves y profundos problemas que afectas a nuestra
economía (creciente desigualdad, problemas energéticos y ecológicos…) ya que
hacerlo supondría entrar en contradicción con ese saqueo por parte de entidades
financieras y grandes empresas que se quiere seguir favoreciendo a toda costa. Por
tanto, tampoco cabe esperar nada positivo de ellas.
Si existen luces, esas son las que van apareciendo con las
protestas populares, y que dejan traslucir una importante verdad: en la medida
en que se van rompiendo las cadenas que nos atan al sistema (consumo,
explotación en el trabajo como medio para consumir…) y nos reencontramos con
nuestra naturaleza humana pobre y dependiente, una naturaleza social que
depende de la colaboración y solidaridad con los otros para sobrevivir,
encontramos el camino por el que transitar para superar nuestros graves problemas,
caminos que a menudo nos conducen al desierto…. Pero allí encontraremos nuevas
luces.