“Son tiempos donde todos están contra todos, donde nadie escucha nadie, tiempos egoístas y mezquinos donde siempre estamos solos” Fito Páez

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viernes, 29 de agosto de 2014

La tendencia suicida del capitalismo y las posibles respuestas (I)


Si miramos las crisis del capitalismo, incluida la que estamos atravesando, podemos descubrir la existencia una tendencia perversa y recurrente: la de someter a mercancías comunes la tierra, el trabajo y el dinero, y hacerlo mediante la desregulación de las normas sociales. 

Tras este intento lo que existe es una inversión de la lógica y valores en la construcción del orden social: se pretende no sólo que los mercados dejen de estar sujetos a normas morales y éticas, sino además se aspira q  construir un mundo en el que la sociedad, la moral y la ética queden subordinadas y sean modeladas por los mercados. 

Y esto se pretende conseguir mediante iniciativas encaminadas a eliminar las trabas que los gobiernos e instituciones (tanto nacionales como internacionales) tratan de imponer al mercado. Se trata de iniciativas basadas en la fe en la “autorregulación de los mercados”, y son las que podemos encontrar tras la denominación de “neoliberalismo”. Iniciativas que, por otra parte, suponen una forma de suicidio, pues lo que pretenden es convertir en mercancías lo que son los fundamentos de nuestra organización social, y que precisa, para garantizar nuestra supervivencia material, de una economía apoyada en la naturaleza (tierra), en el trabajo humano y en un medio de intercambio (dinero). 

Pero, cada vez que se ha reforzado esa tendencia a la mercantilización, se ha puesto en peligro la reproducción social, y han aparecido las crisis, poniendo en peligro al conjunto de la sociedad. Y todo por la fe ciega en unas creencias que, en el fondo, no buscan sino aumentar los beneficios y privilegios de unos pocos. 

La crisis económica se convierte en una crisis social que pone en peligro tanto el sustento de los individuos como la existencia de servicios públicos, así como la vida de las familias y la salud mental, los barrios y vecindarios, la solidaridad y la infraestructura social, y por tanto, toda forma de vínculo social.

Frente a esta tendencia mercantilizadora del capitalismo (de las élites capitalistas) surgen respuestas que tratan de de evitar que desaparezcan las protecciones sociales, por ejemplo: 
- limitando la mercantilización del trabajo, con la intención de protegerlo, mediante legislaciones que regulen los salarios, las jornadas laborales y otras condiciones laborales; 
- protegiendo los derechos básicos de las personas (sustento, vivienda…) poniendo freno a la especulación financiera y limitando el mercado libre internacional; 
-

Esta lucha entre quienes defienden la mercantilización de la vida y quienes defienden la existencia de protecciones sociales ha atravesado la historia del capitalismo, inclinándose la balanza hacia uno u otro lado (capitalismo salvaje / estado de bienestar) sin resolverse definitivamente. Con la actual crisis parece que las élites mercantilizadoras han ido acumulando fuerzas desde los años 80, como queda patente en la degradación del empleo, el deterioro medio ambiental, el crecimiento de los conflictos… El conflicto social se ha recrudecido, pues no en vano lo que está en juego es la vida o la muerte de la humanidad y el propio planeta; un conflicto social que, en su aspecto más hondo se da entre necrófilos y biófilos. 

Una conclusión importante es que para poder superar esas tendencias necrófilas, los movimientos sociales, quienes defienden la sociedad frente al economicismo, han de recurrir a la política para “volver a domar” a los mercados.

Esta aproximación a la crisis permite hacernos cargo de una visión más plural de la misma, permitiéndonos comprender la existencia de diversas crisis (económica, laboral, ecológica, de alimentos, social, política) y a su comprensión desde la dialéctica de ese conflicto que está generando el capitalismo actual.

Una lectura, por otra parte, que puede ayudarnos a comprender qué ocurre tras algunos movimientos sociales y políticos como el 15M, podemos… y la aparición de alianzas e intereses interclasistas que, desde lecturas monolíticas no se es capaz de percibir. 

Considero que merece la pena seguir profundizando en este tipo de análisis que nos ayuda a descubrir contra qué y quién luchamos en estos momentos, para clarificar con quiénes podemos hacerlo y hasta dónde confluyen los intereses… 
Pero ya es tema para otra entrada